Se habla mucho sobre cómo examinar la salud física, ¿pero sabés cómo examinar tu alma delante de Dios? Si la respuesta es no, este texto es para vos
Se habla mucho sobre cómo cuidar el cuerpo físico o sobre la importancia del examen continuo con respecto al estado mental y emocional del ser humano. Sin embargo, tal preocupación no siempre se ve con la misma intensidad cuando se trata del alma. ¿Pero eso cómo es posible? Si esta es una de tus preguntas, compré que, aunque examinarla realmente parezca una tarea inviable, esto es posible.
La grandeza de Dios nos permite examinar nuestra condición delante de Él, por medio de un simple parámetro, nuestros ojos.
«La lámpara del cuerpo es el ojo; por eso, si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará lleno de luz. Pero si tu ojo está malo, todo tu cuerpo estará lleno de oscuridad. Así que, si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡cuán grande será la oscuridad!» Mateo 6:22-23
Lo que necesitás saber
La forma cómo vemos el mundo es para nosotros, seres humanos, una especie de espejo capaz de reflejar nuestro interior. Si nuestros ojos son buenos, especialmente con las personas a nuestro alrededor, significa que nuestro corazón, es decir, nuestra alma, se mantiene en armonía con los principios de Dios, que expresan paz y amor a la vida, al prójimo y, sobre todo, al Altísimo.
No obstante, cuando nuestros ojos son malos, solo ven la maldad ajena y sustentan juicios negativos, en otras palabras, el retrato de nuestra alma también es mala. Los malos ojos, además de conducir a la humanidad hacia la frustración, comprometen tu paz y, si no hay paz con el prójimo ni con Dios, no habrá Salvación.
¿Quiénes pueden tener buenos ojos?
Debido a la naturaleza pecaminosa que nace junto al ser humano, sus ojos siempre estarán inclinados hacia lo malo. Ante esto, solo el nuevo nacimiento, del agua y del Espíritu, puede cambiar tal inclinación. Por lo tanto, los que nacen de Dios, además de alcanzar la paz interior, comienzan a transmitir vida en su mirar.
Hacé en este momento una autoevaluación de tu alma, examiná la salud de tus ojos espirituales.