Las promesas de Dios no están restringidas a los hombres del pasado, ellas se cumplen hoy en la vida de quienes creen y obedecen, fue lo que explicó el obispo Macedo, el lunes 17, en su programa diario en IURD TV.
El obispo citó el ejemplo de Abraham que tuvo una vida diferente porque fue obediente a la Voz de Dios: “La obediencia de Abraham fue lo que demostró su fe, cuando obedeció, el Espíritu de la Promesa lo poseyó y, así, él tuvo fuerzas para enfrentar las dificultades y alcanzar las promesas de Dios”.
Ese mismo Espíritu de la Promesa fue pasando de generación en generación y permanece hasta los días de hoy en la vida de los que obedecen: “Cuando la persona se rinde a Dios y deja el pecado, los vicios, la prostitución, la vida equivocada y pasa a tener carácter, una vida correcta, de acuerdo con la Palabra de Dios, entonces el Espíritu de la Promesa, que es el Espíritu de Dios, la posee, y ella pasa a tener una vida diferente de las demás”, explicó el obispo.
Infelizmente, muchas personas dicen servir a Dios, pero viven una vida completamente contraria de lo que Él prometió en Su Palabra:
“Entonces os volveréis, y discerniréis la diferencia entre el justo y el malo, entre el que sirve a Dios y el que no le sirve.”, (Malaquías 3:18).
Por lo tanto, si usted no acepta más la situación en que está viviendo y quiere ver el cambio en su vida, no deje de participar el día 23 del Día de la Diferencia. En los Cenáculos del Espíritu Santo de todo el mundo, obispos y pastores clamarán a Dios para que exista esa diferencia en la vida de todos los que creen.
Vidas diferentes
No son pocas las personas que probaron esa diferencia de vida, prometida por la Palabra de Dios. La comerciante Marileide Sales Costa, de 72 años, tenía una vida marcada por las enfermedades y problemas financieros antes de llegar al Cenáculo del Espíritu Santo, a mediados de 1984, en Belén, en Pará. “No tenía ganas de vivir, estaba muy triste. Llegué a buscar ayuda en otras religiones, pero no tuve una solución”, afirma.
Ella cuenta que el primer templo de la Iglesia Universal en la zona estaba en un estacionamiento frecuentado en el inicio por pocas personas. “No tenía bautisterio, me bauticé en un tanque, había bancos de madera, una silla y el micrófono del pastor”, recuerda.
Después de participar de las reuniones y afirmarse con Dios, Marileide vio que su vida cambiaba. Hoy, casi 3 décadas después, conmemora las victorias obtenidas. “Mi vida fue transformada, tengo mi negocio, mi casa propia y, principalmente, paz y alegría. Vivo para Jesús Tengo mucho que celebrar”, afirma.
“La IURD es mi segunda madre”
La ama de casa Aparecida Sei Yamashita, de 71 años, llegó a la Iglesia Universal sufriendo mucho. Vivía enferma, pero los médicos no descubrían la causa de los problemas de salud. “Tenía dolores de cabeza constantes, veía cosas extrañas, oía voces, había muchas peleas dentro de casa y odiaba a su madre.”
Durante varios años frecuentó una casa de los espíritus y le juraron la muerte. “Mi hermana conoció el trabajo de la IURD y durante un año hizo cadenas por mí. Ella siempre me invitaba, pero yo no aceptaba, hasta que los espíritus me dieron una semana de vida. No había otra salida”, cuenta Aparecida.
En la IURD aprendió a usar la fe y fue liberada de las enfermedades y de los espíritus. “Mi familia fue bendecida, tengo paz interior, aprendí a perdonar, en fin, mi vida cambió completamente. La IURD es mi segunda madre, soy muy agradecida, pues fue aquí que encontré al Señor Jesús.”
“Yo tuve depresión que terminó afectando a mi familia. Sufrí mucho con mi hijo, fueron días que jamás quiero revivir. Después de ser invitada a participar a una reunión en la Iglesia Universal, mi vida comenzó a cambiar. Hoy estoy libre y mi familia se convirtió. Amo a la Iglesia Universal”, destacó Euzir Elias Peclat , de 47 años, autónoma.