El libro de Proverbios, en el Antiguo Testamento, muestra en la introducción su propósito: consejos que muestran el camino de la sabiduría, que propician la disciplina, la prudencia y la integridad. La mayoría de los versículos es de autoría del rey Salomón, el hijo de David que le pidió a Dios el don de la sabiduría, que compartió con sus súbditos y con todos los lectores de la Biblia en la posteridad.
Los proverbios, en una definición general, son frases cortas que encierran observaciones muy importantes. Sabias y precisas, fruto de la experiencia de varias generaciones, transmitidas por ellas sucesivamente. Tienen la función de instruir y de hacer pensar. Cuando son equilibradas, ayudan en la construcción del carácter.
En la Biblia, el libro se valora no solo a la buena conducta, sino también a la espiritualidad y a la cultura del pueblo judío antiguo, transmitida a sus descendientes. El texto deja bien en claro que la verdadera sabiduría proviene de Dios, como un don para sus hijos.
Muchos creían que los refranes de Proverbios tuvieron a Salomón como autor. Otros investigadores alegan que, por más que la mayoría de los versos sean de él, las diferencias de estilo muestran a otros autores y hasta a otras épocas, reunidos en una compilación que vino a hacer parte de la Biblia hebrea y, en consecuencia, de nuestra Biblia Sagrada. En la Palabra está citado como autor el sabio Agur, que transmitió los refrenes a otros, y así sucesivamente:
“Palabras de Agur, hijo de Jaqué; la profecía que dijo el varón a Itiel, a Itiel y a Ucal.”
Proverbios 30:1
Otro escritor mencionado es Lemuel, rey de Massa, autor del capítulo 31, que habría recibido los consejos de su madre e instructora (cabe recordar que el nombre de Lemuel significa “dedicado a Dios”. Es en ese capítulo que es descrita la mujer virtuosa, de acuerdo con la voluntad del Señor.
“Palabras del rey Lemuel; la profecía con que le enseñó su madre.
¿Qué, hijo mío? ¿y qué, hijo de mi vientre? ¿Y qué, hijo de mis deseos?”,
Proverbios 31:1-2
El título viene del hebreo Mishlê Shelomoh (una transliteración para “Proverbios de Salomón”) En la Septuaginta, el nombre en griego Koiné y Paroimiai (“Proverbios”, “Parábolas”).
Algo muy interesante que podemos ver es que los consejos son realizados en su mayoría basados en conceptos diarios de los judíos. Salomón y los otros autores eran asiduos observadores de lo cotidiano, y de ello extraían lecciones de vida que podían ( y aún pueden) contribuir a la formación del carácter, la buena conducta y la armonía. Siguiéndolos, los hijos de Dios podrían ser una persona que está más de acuerdo con la soberana voluntad del Padre.
Hacer y evitar
Los proverbios, en sus consejos cortos, muestran cómo quien espera ser aceptado como hijo de Dios debe actuar, pero también destaca lo que debe ser evitado, como las consecuencias de no seguirlos.
No hay una conexión directa entre los versículos en una lectura intensa, lineal de la pieza. Justamente por ser, de cierta forma, independientes, son muy buenos para ser leídos en pequeñas partes, sobre las cuales podemos meditar bastante, con la atención que merecen.
En esos consejos hay varios aspectos de la vida de todos nosotros: casamiento, finanzas, pecados, costumbres, justicia, actitudes, familia, trabajo y muchos otros entre la infinidad de cuestiones cotidianas. Dejan bien en claro que la calidad de vida es muy superior cuando son seguidos los padrones de Dios.
El Señor le concedió al hijo de David el derecho de pedirle cualquier cosa directamente a Él. Como el monarca pidió sabiduría, y la tuvo en abundancia, la transmitió a sus hermanos.
Ese conocimiento, como ni siquiera el mismo Salomón debe haber previsto, fue mucho más allá de las fronteras de Jerusalén, formando parte de nuestras vidas hasta los días de hoy – y para los que vendrán-
“Para entender sabiduría y doctrina; para conocer razones prudentes, para recibir el consejo de prudencia; justicia, juicio y equidad; para dar sagacidad a los simples, y a los jóvenes inteligencia y cordura. Oirá el sabio, y aumentará el saber; Y el entendido adquirirá consejo, para entender proverbio y declaración; palabras de sabios, y sus dichos profundos.”
Proverbios 1:2-6