¿Qué podría ser más importante para usted que su propia vida? Nada. Pero, ¿por qué? Porque esta es realmente el centro de nuestra existencia. Sin embargo, ¿quién podría darnos esa vida? Tan solo el Espíritu de Dios, que es el Espíritu de la Vida.
Solo entonces pasamos a tener la verdadera vida, pues recibimos una nueva mente y un nuevo corazón, ya que comenzamos a pensar como Dios piensa, a sentir como Dios siente y a actuar como Dios actuaría si estuviese en nuestro cuerpo físico.
Entonces, prepárese, prográmese, para que a partir del día 29 de enero usted se sumerja en este Ayuno sagrado y santo, el Ayuno de Daniel.
¿Es fácil?
No, muy por lo contrarío, si nunca realizó los 21 días del Ayuno, va a exigir de usted una fuerza sobrehumana, la voluntad suprema de separarse, en el transcurso de los 21 días, de todo lo que lo ha sujetado a este mundo y que no le permite “apegarse” a Dios.
Pero, ¿con qué objetivo?
Este Ayuno es el balance, tan necesario, que debemos hacer de nuestra propia vida, para que analicemos, reflexionemos sobre dónde la estamos “gastando”. Sí, porque la vida tiene “fecha de vencimiento”, y lo que hacemos con ella pesa, ocupa espacio, tiene consecuencias. Pues muchos han gastado su vida en el pecado, en el error, en las injusticias. ¿Y lo que sobra? Si hace las cuentas, podrá observar que está en débito, cuestionándose: “¿Dios será capaz de borrar mi pasado y de hacer de mí una nueva criatura?”
Existe una figura bíblica ejemplar y que retrata bien esta Capacidad Divina: el apóstol Pablo. Él no nació siendo cristiano, fervoroso o fiel a Dios. Todo lo contrario. Conocido como Saulo de Tarso antes de su conversión, su principal “pasatiempo” era perseguir y matar a los cristianos. ¿Y cuál fue esa transición que lo hizo pasar de perseguidor a perseguido, a uno de los apóstoles más predominantes del Cristianismo? El Espíritu Santo.
Antes de que el Espíritu Santo lo llenara, Saulo consintió la muerte de Esteban, atormentaba a la Iglesia, entraba a las casas, arrastraba a hombres y a mujeres y los encerraba en la cárcel (Hechos 8:3). No era solamente un pecador, él sentía y exteriorizaba un verdadero odio por todo lo que se refería a Cristo.
“Hermano Saulo, el Señor Jesús, que Se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo. Y al momento le cayeron de los ojos como escamas, y recibió al instante la vista; y levantándose, fue bautizado. (…) Luego Saulo comenzó a proclamar en las sinagogas que Jesús es el Hijo de Dios. Todos los que lo oían se quedaban asombrados, y decían ¿No es este el que andaba persiguiendo en Jerusalén a los que invocan el nombre de Jesús? (…)” Hechos 9:17-18; 20-21
La conversión de Pablo cambió radicalmente el curso no solo de su vida sino la de la fe cristiana. Con sus actividades misioneras y obras, Pablo colaboró con la liberación de personas sinceras, que eran esclavas de las creencias religiosas de su época y de las que surgieron a lo largo de la Historia de la Humanidad a causa de las enseñanzas sobre la Vida y Obra de Jesús, Su muerte y resurrección.
Esta es su oportunidad
No se deje engañar, pensando que los 21 días serán mucho, porque participando o no de este Ayuno, estas 3 semanas pasarán. Pero, los que participen con determinación y sinceridad, terminarán transformados, renovamos, bautizados con el Espíritu Santo. Esta es su oportunidad.
Si usted conoce a alguien que dice creer y ser de Dios, pero su vida no revela a Este Dios Vivo, pues su existencia está muerta, apagada, invítelo a participar juntamente con usted.
Más allá de esto, propóngase a invitar, a motivar y a ayudar a dos personas para que participen con usted de este Ayuno, y ustedes tres se convertirán en uno en el Espíritu Santo, por medio de la Unidad del Espíritu.
Participe del Ayuno de Daniel, para que el Espíritu Santo repose sobre su vida y haga de usted Su morada.
Del 29 de enero al 18 de febrero.
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