La Palabra Sagrada mostraba que el planeta era esférico mucho antes que los navegantes lo comprobaran
La Sagrada Palabra ya mostraba que el planeta era esférico mucho antes de que los navegantes lo comprobaran
“Él está sentado sobre el círculo de la tierra, cuyos moradores son como langostas; Él extiende los cielos como una cortina, los despliega como una tienda para morar;” Isaías 40:22
El versículo citado tiene la firme pretensión de exaltar al Creador, de enaltecer a Dios en Su posición soberana sobre nosotros. Aun así, contiene ciencia.
Si en el siglo XV muchos estudiosos defendían que la Tierra fuera plana, como nos parece visualmente cuando estamos en la superficie – y navegantes como Cristóbal Colón (ilustración) hayan ayudado a refutar eso-; el filósofo, astrónomo y matemático griego Pitágoras (580-497 antes de Cristo) ya afirmaba que el planeta era esférico, y que el sol sería el centro de lo que hasta entonces era conocido como universo. Aunque el científico griego estuviera muy por debajo en la cuestión del heliocentrismo (el sol como centro), casi llegaba a la verdad en cuanto a la forma terrestre, aunque solo fuera una teoría.
Mucho antes de Pitágoras, la Biblia ya mostraba el hecho, como está dispuesto en Isaías. En el libro escrito por el profeta, la palabra original en hebreo relativa a “círculo” también significa “esfera”. La primera palabra, en castellano, también podría sugerir una Tierra chata, en forma de disco, siendo la segunda más exacta. Debido a otras referencias científicas de la Sagrada Palabra – como la gravedad y las estrellas – mostraron, en verdad, que el segundo término es más apropiado, dado que escapaba a la ciencia de los antiguos traductores.
La misma palabra hebrea fue usada en el Antiguo Testamento para referirse al cielo redondeado, la bóveda celeste:
“Rodeado de nubes, no puede ver mientras pasea por los bordes del cielo.” Job 22:14
Indiscutible
Hoy, cualquier niño sabe que el planeta es esférico, y lo mismo ven, diariamente, los tripulantes de la Estación Espacial Internacional (ISS, su sigla en inglés – foto), al igual que todos los astronautas que llegaron a salir de la atmósfera.
En la Edad Media, la Biblia no era accesible a todos. La Iglesia Católica, dominante por eras, prohibía su divulgación, que sólo sería realizada más adelante por activistas como Lutero. Si aquella tiránica prohibición no hubiera sido impuesta, muchos estudiosos, poseyendo los textos bíblicos, podrían haber agudizado su curiosidad en cuanto a la forma de la Tierra, y algún navegante podría haber comprobado el hecho mucho antes de que las carabelas de Colón navegaran los mares.
El descubrimiento de muchos datos, sobre el planeta, podría haberse anticipado, y mucho de la tecnología en general ya podría haber estado años luz más avanzada respecto al conocimiento actual.