“Entonces Jesús dijo al centurión: Ve, y como creíste, te sea hecho. Y su criado fue sanado en aquella misma hora.” (Mateo 8:13)
La fe es certeza absoluta.
Es razón.
Es inteligencia.
Es convicción de que Dios cumplirá lo que prometió.
La fe no surge de la nada.
No viene por suerte, ni cae del cielo como la lluvia.
Viene por la acción del Espíritu de Dios, para quien oye Su Palabra, y la practica.
La fe no consuela a la viuda, al huérfano o al que está de luto, sino que elimina su dolor y las tristezas.
No mata el hambre del hambriento, ni le da casa al que vive en la calle.
“El levanta del polvo al pobre, y del muladar exalta al menesteroso, para hacerle sentarse con príncipes y heredar el Trono de Gloria.” (1 Samuel 2:8)
De la forma como viene la fe, también viene el coraje para ejecutarla.
La fe y el coraje caminan juntos porque vienen del Espíritu Santo.
La fe no es emoción.
No es sentimiento.
No es una sensación de bienestar.
¡LA FE ES VIDA!
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“… en el evangelio la justicia de Dios se revela, de fe en fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.” (Romanos 1.17)
(*) Fuente: Libro “El Pan nuestro para 365 días”, del obispo Edir Macedo
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