Apoyada sobre su brazo, ella llora incansablemente. Una tristeza profunda le quita incluso las ganas de alimentarse. Lo que más desea está fuera de su alcance. No puede ponerle un fin a su amargura.
Ana sufría mucho porque no podía tener hijos – y eso era lo que más deseaba. Su historia sucedió, aproximadamente, mil años antes de Cristo (a.C.) y, en aquella época, en la sociedad en la que vivía, cuando una mujer era estéril sufría mucho desprecio y era humillada por todos.
El marido de Ana, Elcana, la amaba a pesar de todo. Él demostraba un gran afecto y estaba presente en la relación. Sin embargo, Elcana no lograba comprender el motivo por el cual Ana se sentía mal por no concebir un niño. Él le preguntaba: “Ana, ¿por qué lloras? ¿por qué no comes? ¿y por qué está afligido tu corazón? ¿No te soy yo mejor que diez hijos?” Samuel 1:8
No obstante, para empeorar la situación, Elcana tenía una segunda esposa – algo que era permitido por las costumbres de esa época. Esa mujer se llamaba Penina y no era estéril. Entonces, por tener hijos, Penina humillaba a Ana continuamente: ” Y su rival la irritaba, enojándola y entristeciéndola…” 1 Samuel 1:6
Como el deseo dentro de Ana era muy fuerte, ella sabía que el único que podría volverlo real era el Señor. Cierto día, el sacerdote Elí la vio mover la boca sin pronunciar palabras e imaginó que ella estaría ebria. Ana dijo que estaba orando y le contó la situación que vivía al sacerdote. Él determinó que aquello que ella buscaba, Dios se lo respondería. Así, ella hizo una alianza con Dios, de que al concebir un hijo lo entregaría al Altar, para que él fuese un hombre del Señor.
¿Qué desea alcanzar para su vida?
Tal vez en su vida exista algo que ha permanecido sin ser realizado. Algo que usted desea profundamente, pero que no se materializa. Tal vez esté como Ana, profundamente triste y con una rival provocando continuamente. El tiempo pasa y usted no ve que esa situación cambie.
Sin embargo, sepa que la transformación en la vida de una persona sucede cuando la fe inteligente es manifestaba. Ana percibió que no servía llorar, sufrir y dejar de alimentarse. Esa no era una actitud inteligente, que cambiaría su vida. Cuando Ana comprendió eso, decidió buscar en Dios su respuesta.
El fruto de esta fe fue el nacimiento de Samuel – el último de los jueces de Israel y el primer profeta del Señor para Su pueblo.
En toda la Universal, estamos viviendo esa fe en un propósito especial. Usted no puede dejar de participar de ese momento que va a transformar su vida también. Si usted, así como Ana, desea alcanzar algo de Dios, participe de un encuentro en una Universal más cercana a su casa. Vea la dirección.
Si usted ya está en este propósito, comparta con familiares y amigos. Deje también su comentario en las redes sociales.
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