El valle del río Jordán, en la frontera entre Israel y Jordania, (cuyo nombre viene del famoso curso de agua), es citado a menudo en la Biblia, tanto en el Antiguo Testamento (175 veces) como en el Nuevo Testamento (15 veces).
Fue mirando el extenso valle fértil y regado, que Abraham y Lot acordaron la repartición de tierras, en Génesis 13. En las márgenes del río Jaboc, un afluente del Jordán, Jacob luchó con un misterioso hombre (un ángel) hasta que lo bendijo, en Génesis 32, cambiando su nombre a Israel (“el que lucha con Dios”, aunque otras traducciones dicen “el que lucha y vence ” o “el que reina con Dios”). Más tarde, los profetas Elías y Eliseo estuvieron en ambas márgenes del río.
Al final del viaje por el desierto después de salir de Egipto, los hebreos cruzaron el Jordán, cuyas aguas se detuvieron y abrieron (Josué 3:15-17) como en el Mar Rojo, y llegaron a la Tierra Prometida. El propio Jesucristo fue bautizado en estas aguas por su primo, Juan el Bautista. El paso por el río a ganado varios significados procedentes de diferentes culturas a causa de estos dos episodios. Para los judíos, recuerda la conquista por el largo y arduo camino. En la tradición cristiana, por ejemplo, la expresión “cruzar el Jordán”, más común en países de habla Inglesa (“Crossing Jordan”) significa vencer la muerte, basada en el bautismo: el viejo hombre muere, y renace para Dios como nueva criatura.
“Río que desciende”
La palabra Jordán deriva del hebraico Nehar HaYarden (“el que baja”, “descendiente”). Pues sus cuatro nacientes se sitúan en una zona alta del Monte Hermón con las aguas siguiendo el descenso del valle pasando por el Lago Huleh, por el Mar de Galilea, (que es un gran lago salado, también conocido como Lago Tiberíades), desde allí siguiendo en línea recta unos 105 kilómetros hasta el Mar Muerto. Algunos estudiosos defienden la traducción “lugar en que se desciende”.
Con más de 200 kilómetros de largo, una gran parte de su recorrido queda bajo el nivel del mar (a 390 metros) hasta su desembocadura. Lleva agua dulce hasta el Mar de Galilea, haciéndose salado desde ese lugar, llevando aún más sal al Mar Muerto, donde termina. Según el trecho su profundidad varía de 1 a 3 metros y su ancho llega a 30 metros en algunos lugares.
Muerte anunciada
Contradictoriamente, el río que representa “vencer la muerte” se está muriendo. Un informe reciente de la organización no gubernamental (ONG) Amigos de la Tierra del Oriente Medio (FoEME por sus siglas originales) está siendo devastado por la explotación del agua, la contaminación, y por la falta de preocupación de las autoridades de estas regiones por el río. Desviando su curso para el suministro de agua de muchas localidades, el Bajo Jordán puede desaparecer a finales de este año, según el informe de Amigos de la Tierra. Sus aguas y la de sus afluentes son compartidas por Israel, Jordania, Siria y Cisjordania.
La ONG relata que algunos kilómetros al sur del Mar de Galilea, una barrera interrumpe abruptamente el río. Después de la contención, los desechos son tirados directamente en su lecho. La disminución del flujo de agua aumenta más la salinidad. Israel está actualmente trabajando en un proyecto para la recuperación de este río, que es tan importante para muchos países y culturas. Planes similares también están en marcha por parte de Siria y Jordania. El desvío de agua dulce disminuyó considerablemente y la fertilidad de los márgenes y la biodiversidad se redujo al 50%, según la FoEME.
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