“No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.” (Gálatas 6:7)
Quiero el bautismo con el Espíritu Santo, pero también quiero disfrutar de “las alegrías de la carne”: imposible.
Quiero una nueva vida, pero no quiero renunciar a las discotecas de la vida nocturna: imposible.
Quiero el cumplimiento de la profecía: vida con abundancia, pero también quiero continuar siendo “libre” para hacer lo que me conviene: imposible.
Quiero tomar posesión de mi Tierra Prometida, pero no quiero atravesar el río Jordán, ni superar las murallas de Jericó y mucho menos enfrentar a los demás intrusos que están allí: imposible.
Quiero graduarme, pero no quiero estudiar: imposible.
Quiero ganar dinero y tener una vida tranquila, pero no quiero trabajar mucho: imposible.
Quiero casarme y ser feliz, pero no quiero seguir los consejos de Dios y obedecer
Su Palabra: imposible.
Quiero vivir por la fe, pero no quiero sacrificar: imposible.
Quiero tenerlo todo, pero no quiero pagar el precio: imposible.
Quiero cosechar mucho, pero no quiero sembrar: imposible
Quiero hacer omelette, pero no quiero cascar los huevos: imposible.
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“No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna.” (Gálatas 6:7-8)
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Fuente: Libro “El Pan nuestro para 365 días”, del obispo Edir Macedo
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