La certeza absoluta no surje por acaso y ni se consigue por medio de la suerte. ella viene por la acción directa del Espíritu Santo en los humildes de espíritu. el Espíritu de Dios enseña:”…la profecía es una señal, no para los incrédulos, sino para los creyentes.” (1 Corintios 14.22). Pero ¿quiénes son los creyentes? Creyentes son los que fueron convencidos por el Espíritu Santo de Dios.
La revelación de las promesas, o el convencimiento de las promesas, no es como la lluvia o el sol que vienen sobre todos, pero es una dádiva o un don de Dios para los escogidos, conforme leemos en Mateo 20.16 y 22.14: “Porque muchos son los llamados, pero pocos los escogidos”.
No sabemos exactamente cuantos y quienes son esos pocos escogidos. Sin embargo, a juzgar por la Parábola del Sembrador, se llega a la conclusión de que, en cada cuatro personas llamadas, apenas una es escogida. Es extremadamente difícil aceptar tal conclusión, pero evaluando las circunstancias en las cuales el Señor separó los escogidos, nos sorprendemos aún más.
En una elección hay siempre el juzgamiento. No hay elección si no hay primero un juzgamiento. Las dos veces en que el Señor Jesús hizo mención a los elegidos, situó a muchos llamados.
La primera vez sucedio en el “ajuste de cuentas” con los trabajadores: los últimos contratados trabajaron menos que los primeros y además de haber sido los primeros en recibir su salario, también recibieron el mismo valor que los últimos, ya que fueron escogidos.
La segunda vez sucedió en la fiesta de casamiento del hijo del rey, cuando este notó un intruso entre los invitados. Él no estaba vestido adecuadamente; entonces, fue lanzado en la tinieblas con las manos y piernas atadas. El intruso no era uno de los elegidos.
¡La revelación divina es locura para los que se pierden, pero es el poder de Dios para los escogidos! Ni todos tienen el conocimiento de Dios, porque la revelación del Espíritu Santo no fue dado a todos.
El conocimiento divino no viene a través de la capacidad intelectual o de la cantidad de informaciones bíblicas. El viene por la aceptación y sumisión a la predicación del Evangelio. La Palabra es anunciada y, entonces, el Espíritu de Dios revela a los elegidos. Si la Palabra no es anunciada, ¿Cómo el Espíritu podrá revelar?