“Me invocará, y Yo le responderé; con él estaré Yo en la angustia; lo libraré y le glorificaré.” Salmo 91:15
Estamos viviendo la penúltima semana del propósito “91 días en el Abrigo del Altísimo” y en el transcurso de estos tres primeros meses del año pudimos meditar en las promesas contenidas en el Salmo 91 y, aquellos que absorbieron la Palabra y de hecho se rindieron al Señor Jesús, ciertamente encontraron ese Abrigo.
El versículo anterior es el correspondiente a esta semana y se refiere a la relación de Dios con el ser humano.
El obispo Renato Cardoso explica que queda claro en este versículo que para obtener la respuesta de Dios es necesario invocarlo.
“No es difícil entender eso, especialmente cuando usted es padre o madre. Pues no hay madre o padre que, en su sana consciencia, al oír el grito de su hijo pidiendo socorro, se mantenga indiferente a él. Es imposible”, destaca. Al contrario, él hasta olvida los actos de rebeldía de su hijo para, simplemente, socorrerlo.
Así como los padres esperan que los hijos recurran a ellos cuando están en apuros, Dios espera lo mismo de nosotros.
Y cuando eso no sucede, Dios Se siente de la misma forma que un padre o una madre, cuando espera oír de un hijo un pedido de ayuda, un pedido de un consejo, pero, en vez de eso, él se aísla en su propio mundo y no se abre con ellos.
El obispo Renato explica que cuando actuamos así con relación a Dios, la respuesta simplemente no viene, pues Él no actúa como un superhéroe que aparece de la nada justo a tiempo y salva a la joven o al joven de la película.
“Muchas personas llevan esa idea en su interior con relación a Dios”, lamenta el obispo. Pero con Dios no es así como funciona. Para que Él aparezca en la vida de la persona es necesario que haya una manifestación de fe de parte de ella.
Él aclara que la base de la relación de Dios con el ser humano es la fe. Cuando usted invoca a Dios, cuando ora, está manifestando la fe. Y solo manifiesta esa fe quien es humilde para reconocer que necesita. Cuando la persona reconoce eso, recurre a la oración, entonces, esa Palabra se cumple: “Me invocará, y Yo le responderé”.
O sea, es nuestra acción lo que provoca la reacción de Dios en nuestra vida.
“Él solo estará conmigo en mi angustia y me librará cuando yo Lo invoque, entonces, Él me librará y me glorificará. O sea, Él hará mucho más que sacarme del peligro, me glorificará, me dará una vida que me hará mucho más feliz y me dejará sorprendido, por haber recibido mucho más de lo que yo esperaba”, destaca.
Si se encuentra angustiado, afligido, el obispo Renato lo invita a usted a que, en un acto de fe y humildad, coloque todas sus aflicciones delante de Dios y ponga a prueba esa Palabra. “¿Usted ha clamado, orado, ha hecho que sus pedidos sean conocidos delante de Dios? ¿Ha hecho eso? Haga esa prueba con Él ahí ahora, y vea si Él no le atenderá”, aconseja.
Participe de las reuniones de esta penúltima semana del propósito “91 días en el Abrigo del Altísimo”, en el Templo de la Fe, Av. Corrientes 4070 – Almagro o en una Universal más cercana a usted.
Vea también por Univer todos los episodios de la Reflexión del Salmo 91 con el obispo Renato Cardoso.