“No confiéis en los príncipes, ni en hijo de hombre, porque no hay en él salvación. Pues sale su aliento, y vuelve a la tierra; en ese mismo día perecen sus pensamientos. Bienaventurado aquel cuyo ayudador es el Dios de Jacob, cuya esperanza está en el SEÑOR, su Dios, el cual hizo los cielos y la tierra, el mar, y todo lo que en ellos hay; que guarda verdad para siempre, que hace justicia a los agraviados, que da pan a los hambrientos.” (Salmos 146:3-7)
Entre confiar en hombres, por más importantes que sean, y confiar en Dios, no lo piense dos veces: confíe en Dios. En Él, no solo encontramos la protección y la solución para nuestros problemas. En Él encontramos la salvación de nuestra alma. Él es el creador de todas las cosas, capaz de hacer todo lo que usted necesita y mucho más, aquello que usted ni siquiera lograría imaginar.
“El SEÑOR liberta a los cautivos; el SEÑOR abre los ojos a los ciegos; el SEÑOR levanta a los caídos; el SEÑOR ama a los justos. El SEÑOR guarda a los extranjeros; al huérfano y a la viuda sostiene, y el camino de los impíos trastorna.” (Salmos 146:7-9)
La fidelidad de Dios no tiene fecha de vencimiento. Él es fiel a los que Le son fieles. Ama a los justos, porque Él es justo. En Él usted encuentra la verdadera seguridad. No hay seguridad lejos de la dependencia de Dios. No hay protección lejos de Sus brazos. No hay libertad lejos de Su voz. No hay visión lejos de Su Palabra.
Tenga al Dios de Jacob como su auxilio y coloque su esperanza en el Señor que creó todas las cosas y que mantiene para siempre Su fidelidad. No hay nada imposible para Él.
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Es mucho más seguro confiar en Alguien que es Fiel, Justo y que vive para siempre.
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(*) Fuente: Libro “El Pan nuestro para 365 días”, del obispo Edir Macedo
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