“Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo.” (Gálatas 1:10)
Quien busca agradar a los hombres, no es siervo de Cristo. Los siervos de Cristo, inevitablemente, desagradarán a muchos. No predicamos facilidades. El camino es de sacrificio, de renuncia. Es desagradable para aquellos que quieren solo lo agradable.
Muchos incluso buscaron el favor de los hombres. Creen que necesitan que la opinión de los demás les sea favorable. Esperan la palmadita en la espalda, quieren consultarles a los vecinos y a los amigos para saber lo que piensan de lo que decidieron.
Busque el favor de Dios. El favor no solo para el día de hoy, sino el favor para su futuro. El favor para la vida eterna. Quien agrada a Dios, desagrada al mundo.
Quien agrada al mundo, desagrada a Dios. No se puede servir a Dios y al mundo.
O se ama al mundo o se ama a Dios. O sirve al mundo, o sirve a Dios.
No se extrañe si el mundo lo odia. No quiera agradarlo. Siempre habrá una separación entre la luz y las tinieblas. Y le tocará a cada uno decidir en qué lado estar.
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Quien quiera agradar al mundo, desagradará a Dios.
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(*) Fuente: Libro “El Pan nuestro para 365 días”, del obispo Edir Macedo
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