Un paracaidista tiene la suficiente firmeza para saltar de un avión, porque realmente cree que su paracaídas se abrirá. Pero no es solo eso. De su parte o de otra persona que inspecciona el equipo, se necesita una preparación, la minuciosa ejecución anterior de todos los procedimientos de seguridad. Cada cuerda, cada pequeña pieza hacen la diferencia en el momento justo.
Aquí llega el momento en que el sujeto salta de la seguridad del avión hacia el vacío. Sin embargo con confianza en el equipo y en la preparación, el que salta debe saber el momento justo para tirar la pequeña cuerda, sino… Y más: quien tiene experiencia en paracaidismo sabe utilizar el equipo no solo para mantener su caída, sino para descender exactamente en el punto que desea, “conduciendo” el paracaídas correctamente. Después del entrenamiento disciplinado, él domina todo de tal forma que pisa exactamente en el lugar deseado. A pesar de que, a veces, enfrenta contratiempos.
¿Por qué estamos hablando de eso con usted, querido lector? No es para incentivarlo a que sea un paracaidista (no en esta oportunidad. Quien sabe en otra edición). Es para ayudarlo a pensar en un tema importantísimo en la vida del hombre que quiere una vida plena: no basta con tener un cuerpo capaz y una mente afilada sin un espíritu disciplinado. Él es su paracaídas para la vida. Y la preparación de ese “equipo” es una cosa llamada oración. Así como alguien sin entrenamiento puede estrellarse en el piso incluso utilizando paracaídas, alguien sin la disciplina de la oración puede “estrellarse en el suelo duro de la existencia.
La oración es un medio de comunicación con Dios, amigo. Piense en Él como alguien íntimo suyo, que está a su lado 24 horas por día. ¿Cómo estamos tan cerca de alguien sin comunicarnos bien? Dios creó la oración justamente para eso: para que conversemos con Él. Es orando que un hombre inteligente recibe la dirección y encuentra fuerzas para no ceder delante de la desesperación y la duda, y obtiene consuelo y sabiduría.
Ese hombre no se desespera porque de repente está saliendo por la puerta del avión y ve todo allí abajo. A pesar de ver el suelo, su pensamiento lo lleva a la certeza de que hay todo un equipo agarrado a su cuerpo, que lo conducirá a la tierra de tal modo que el proceso pueda hasta disfrutarse: en este caso, la oración.
No siempre oramos la cantidad o la calidad ideal. Nosotros somos los que perdemos con eso. Y no sirve venir con la vieja excusa de “estoy muy ocupado”. Citamos aquí apenas algunos grandes hombres que nunca dejaron de orar, pero que nadie podría decir que tenían tiempo de sobra: el rey David, el gobernador José de Egipto, el profeta Daniel y el propio Señor Jesucristo – ¿o usted cree que él tenía tiempo de sobra entre viajes, prédicas y todo lo demás que Su ministerio en la Tierra requería? Podemos decir que todos ellos, así como varios otros que conocemos a lo largo de la historia, tuvieron sus grandes momentos de caída libre. Pero el paracaídas de ellos – la oración – no solo estaba en perfecto orden, sino también tenían “entrenamiento” de sobra, disciplinados en la oración todos los días de sus vidas.
Próximas reuniones
En la última reunión del “Año de la Disciplina”, realizada en el Templo de Salomón, en San Pablo, lo participantes recibieron el entrenamiento del mes de abril. Quien estuvo en el evento, que se realiza todos los primeros sábados del mes, puede aprender que la oración es una de las estrategias para dar saltos más seguros todos los días. ¡Esté atento a las próximas conferencias y participe!
Hoy en día, el respeto es fundamental para que haya una buena relación interpersonal. Si usted es hombre y desea cambiar sus actitudes, el momento es ahora. Participe del proyecto IntelliMen y aprenda cómo ser un mejor hombre. Para más información sobre el grupo ingrese aquí.
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