Zulema y José encontraron en la Universal la solución para su matrimonio y su economía. “Mi matrimonio estaba completamente destruido, era un caos mi casa, mi familia era un desastre total. La crisis que enfrentábamos fue tan grande que llegamos a separarnos por tres meses. En ese tiempo intentábamos recomponer nuestra relación y salvar nuestro matrimonio, para lograrlo buscamos ayuda en distintos lugares pero no encontramos una salida”, recuerda Zulema.
Todo problema tiene una raíz y en el caso de Zulema y José, eran los problemas económicos. “Él no tenía un buen trabajo y eso nos generaba complicaciones económicas. Ese era el principal motivo de las discusiones, porque me ponía nerviosa y lo atacaba diciendo que el dinero no me alcanzaba. La infidelidad por parte de los dos fue otro gran problema en la pareja. Queríamos estar juntos, pero en ningún momento nos poníamos de acuerdo”, agrega ella.
Ella quería que salieran adelante, por eso trabajaba en su peluquería para ayudar al sostén de la casa, pero un problema de salud impidió que pueda continuar trabajando de la misma forma.
“Yo me enfermé, tuve cálculos en la vesícula, por lo que vivía más en el hospital que en mi casa. Tenía mi peluquería y perdí todo a raíz de esta enfermedad porque cada vez que venían clientes estaba o en mi casa o en el hospital. Mis hijos estaban en los vicios, toda la familia estaba desintegrada”, afirma Zulema.
Ella aceptaba todas las invitaciones que le hacían porque quería salvar a su familia, en esos intentos, consultó curanderos pero cada vez había más problemas y la familia comenzó a padecer trastornos espirituales también. “Mis hijos veían cosas, espíritus en la casa, y yo no entendía nada. Me prometían que el matrimonio iba a ser restaurado y sucedía todo lo contrario, solo nos sacaban dinero”, recuerda.
Una clienta invitó a Zulema a la Universal, a los tres meses de intentar reconstruir su matrimonio viviendo bajo el mismo techo, ella decidió irse de su casa. Esa tarde se acordó de las palabras de su clienta y decidió llamarla para que la acompañara a la iglesia. “Mi esposo llegó, se fue a bañar y yo le comenté que me iba a un lugar a buscar ayuda, él me dijo que lo esperara que él iba para el mismo lugar. Cuando fuimos, mi marido entró a la iglesia detrás de nosotras, yo me sorprendí con su actitud.
Ese día volvimos más tranquilos, el pastor nos orientó para que hiciéramos la cadena por la familia y nos dijo que Dios iba a reconstruir nuestro matrimonio. Así encontramos lo que necesitábamos para nuestra vida.
Hoy estamos bien, el matrimonio fue restaurado y la familia fue transformada, ahora somos felices, en mi casa reinan la paz y la felicidad. Dios me curó y pude retomar mi trabajo, realmente Dios obró en todas las áreas de mi vida”.
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