“Entonces el escriba le dijo: Bien, Maestro, verdad has dicho, que uno es Dios, y no hay otro fuera de Él; y el amarle con todo el corazón, con todo el entendimiento, con toda el alma, y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, es más que todos los holocaustos y sacrificios. Jesús entonces, viendo que había respondido sabiamente, le dijo: No estás lejos del reino de Dios. Y ya ninguno osaba preguntarle.” (Marcos 12:32-34)
Él entendió lo que Jesús había dicho. Conocía bien la Palabra y había comprendido toda su teoría. Era religioso y había dado una respuesta sabia. Y el Señor Jesús le dijo que no estaba lejos del Reino de Dios.
Él entendía que amar a Dios con todo el corazón, con todo el entendimiento, con toda el alma y con toda la fuerza, y amar al prójimo como a uno mismo, valía mucho más que cualquier ritual religioso, pero si realmente practicara eso, ya estaría dentro del Reino. Conocer es el primer paso. Entender es medio camino andado. Pero solo se entra al Reino de Dios cuando la Palabra deja de ser teoría y pasa a ser una práctica de vida. Día a día. De fe en fe. En los momentos difíciles.
En los momentos en los que nuestra fe es probada.
Es en la práctica que el “amar a Dios con todo el corazón, con todo el entendimiento, con toda el alma y con toda la fuerza y al prójimo como a uno mismo” habilita a alguien al Reino de Dios. La práctica, día tras día, sin desistir, sin desanimar es la que hará que usted deje de estar lejos y pase a estar dentro del Reino de Dios. Y si ya está adentro, vigile. Esté atento para no perder su lugar.
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No sirve de nada ser religioso y conocer la teoría, lo que realmente vale es practicar lo que aprendió.
Si usted se da cuenta que está lejos del Reino de Dios y quiere ayuda espiritual para cambiar esta situación, acérquese a la Universal más cercana a usted y converse con un pastor u obrero.
Fuente: Libro “El Pan nuestro para 365 días”, del obispo Edir Macedo
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