La popularización de internet y el surgimiento de una gran cantidad de aplicaciones y servicios que permiten compartir fotos, videos y comentarios al instante se han cobrado una nueva víctima: La privacidad.
Una buena parte de la gente que usa internet perdió la noción de lo que debe permanecer en el ámbito privado y lo que puede hacerse público.
En una entrevista dada el periódico británico Daily Mail, el especialista en cultura digital de la Universidad de Sidney, Chris Chesher, explica que las personas no tienen conciencia del riesgo que corren al compartir detalles de su intimidad: “Cada vez más usuarios adoptan ese comportamiento, las personas no se dan cuenta de los riesgos que corren con la sobreexposición de su vida”.
Antes del nacimiento de las redes sociales, las personas tenían más privacidad y no había necesidad de mostrarle al mundo cómo se sentían al levantarse, almorzar, salir a pasear o incluso tener relaciones. Llamar la atención de esa forma no es una actitud sabia, preste atención a lo que publica y comparte con el resto del mundo. No crea que solamente sus amigos van a ver las fotos y comentarios que usted posteó, porque una vez que hace clic en el botón “Publicar”, ese contenido deja de pertenecerle para pasar a ser propiedad pública.
La tecnología es una aliada en todas las áreas de la vida, pero solamente cuando se la usa de forma positiva. Si se la utiliza para hacer daño, más que un avance se convierte en un retroceso. Ahí el por qué es necesario saber usarla, poner límites y pensar antes de actuar.
Antes de subir material personal a la red, hágase estas dos preguntas: ¿Cuál es el objetivo que persigue al publicar una foto o video? ¿A quién quiere probarle su felicidad, al mundo o a usted mismo?
Debemos tomar decisiones usando la inteligencia para que nadie pueda acusarnos, ni siquiera nosotros mismos. También es necesario educarnos virtualmente y tomar consciencia de que todo lo que en la vida real está mal, seguirá siendo así también en el plano virtual. Nuestro buen comportamiento no debe depender de tener público o no.
Todos tenemos una alarma interna de la que no podemos escondernos: nuestra propia consciencia, que nos acusa cada vez que hacemos algo incorrecto.
No caiga en las tendencias, no sea una víctima más de la moda de turno, huya de esta supuesta normalidad, que no es más que un mal disfrazado, porque lo que hoy parece inofensivo, mañana le mostrará las garras.
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