Carolina Ronchi encontró mucho más que la clave para tener un futuro seguro, ella aprendió que la fe en el Dios Vivo tiene un poder incomparable. Hoy en día ella tiene paz, alegría, tranquilidad, todo lo que necesitaba para ser feliz. Incluso formó una nueva familia y logró tener una buena relación con el padre de sus hijos.
Conozca la historia de una mujer que solo pensaba en morir. “A los 16 me fui de mi casa con mi pareja porque quería ser feliz, el primer tiempo estuvimos bien pero después empecé a revivir lo que había pasado de chica con mi familia. Mis padres se pelaban mucho, pero afuera éramos otra cosa y eso se repetía. Yo no sabía resolver los problemas si no era gritando o golpeando algo, y afuera éramos una familia de apariencia. Él me engañaba, yo lo sabía pero no aceptaba tener que separarme y quedarme sola con mi hijo.
En ese tiempo empecé a involucrarme con los espíritus, iba a sesiones porque buscaba saber qué me iba a pasar. No me daba resultado, entonces buscaba en otras cosas. Cada vez las cosas estaban peor, incluso quedé embarazada nuevamente. Finalmente me separé porque las infidelidades seguían y habíamos empezado a agredirnos físicamente. Vivía alerta, desconfiaba de todo, estaba muy mal, estaba paranoica. Le pegaba tanto a mi hijo, que un día él me dijo que lo golpeaba porque no lo quería, fue duro.
Estuve a punto de suicidarme, demostraba a los demás que estaba bien, pero no soportaba más estar así, cuando me separé, mis hijos lloraban porque extrañaban a su papá, escuchaba voces y ruidos, también agredía a mis hijos, sobre todo al mayor. Recuerdo que una vez una mujer me sacó de delante del tren cuando quería terminar con todo.
Mi hermana me invitaba a la Universal pero yo no quería saber nada. Sin embargo, cuando comencé a participar de las reuniones el primer cambio que vi es que de no dormir y fumar mucho, pasé a dormir toda la noche, eso fue muy importante para mí.
Perseveré en las reuniones, luché porque quería cambiar, un día mi hijo me dijo que ya no le pegaba y yo no lo había notado. Estaba más tranquila, ya no gritaba ni era agresiva. Al tiempo Dios me sorprendió dándome un compañero maravilloso, me casé nuevamente y hoy tengo la familia que siempre quise tener, un compañero que sabe lo que me gusta, lo que necesito. Lo más importante es que tuve un encuentro con Dios, participar del Ayuno de Daniel fue maravilloso porque fortaleció mi comunión con Él, cambió mi forma de pensar y mi consumo de las redes sociales”.
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