“ Y le dijo uno: He aquí tu madre y tus hermanos están afuera, y te quieren hablar.”, (Mateo 12:47). Jesús estaba enseñándoles a muchas personas Su Palabra, y quizás la madre y los hermanos no pudieron llegar a Él debido a la multitud. Los que le avisaron esperaban que Jesús les dijera: “Ve allá a buscarlos”, pero Jesús aprovechó aquel momento: “Respondiendo él al que le decía esto, dijo: ¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos? Y extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos. Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre.”, (Mateo 12:48-50). Es decir, lanzó al sentimiento al infierno y se apoyó en la fe.
Ese es problema de la mayoría de las personas, es por eso que se ve a muchos creyentes fracasados, a los que le falta comunión con Dios, certeza, determinación, definición. Creen en Dios pero no renuncian a sus sentimientos.
Si usted quiere tener la vida abundante que Dios ha prometido, jamás puede dar oídos a los sentimientos, a lo que dice el corazón. La madre de Moisés no oyó la voz del niño ni la voz de su propio corazón. Abraham no oyó al sentimiento, oyó la voz de la fe y obedeció, y eso es lo que hace la diferencia en la vida de las personas.
Su vida depende de poner su mente en la comprensión y en la práctica de lo que usted aprende de la Palabra de Dios. Si usted la practica, será una persona de éxito, independientemente de si sabe leer o no, de si hizo un curso o no. No importa quién es usted, puede ser la última de las criaturas, pero debido a la obediencia a la Palabra del Altísimo será el primero para Dios. Fue lo que dijo Jesús: “Así, los primeros serán postreros, y los postreros, primeros…”, (Mateo 20:16).
¿Quién es último? “Yo soy el último en mi casa, soy el más despreciado, soy el más rechazado, nadie da nada por mí. ¡Yo soy así!”, entonces, es a usted que Jesús eligió para ponerlo en primer lugar. Pero para que eso suceda, usted tiene que pagar el precio, y el precio es su vida. Tiene que entregarla, o sea tener el coraje de obedecer a la Palabra de Dios.
Dios quiere hacer de ustedes personas vencedoras, porque así Él será glorificado en su vida. Si usted es un perdedor, Él será despreciado por los demás.
El trabajo de la Iglesia Universal es ese, llevar a las personas a una condición de vida de calidad, que nadie le va a dar. Si usted no aprende a usar su fe, si no tiene coraje para practicar su fe, recibirá un milagrito aquí hoy, un milagrito mañana, pero su vida continuará siempre la misma porquería que ha sido hasta hoy. Es así que funciona la fe consciente. No tiene nada de emoción, no tiene nada de música, solamente la Palabra, que si es obedecida, trae beneficios. Porque no es la Palabra del pastor, del obispo, sino la Palabra del Dios de Abraham, del Dios de Isaac, del Dios de Israel.
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