Ariel Turnelli puede hablar de las adicciones con propiedad, porque estuvo 17 años siendo esclavo de las drogas. “A los 14 años empecé a fumar, después empecé a consumir marihuana y seguí experimentando con otras sustancias, como la cocaína, el LSD, gas para cargar encendedores y pegamento. A medida que pasaban los años, se hacía todo un poco más intenso.
Desde los 14 hasta los 20 fue una época de experimentación, quería probar todo lo que me ofrecían, no tenía límites. Tuve una sobredosis, convulsioné cinco veces en la misma noche, me salía espuma por la boca y se me habían dado vuelta los ojos, según me contaron los chicos que estaban conmigo en ese momento. Me escapé del hospital, los médicos le dijeron a quienes me llevaron que yo me iba a morir y, a pesar de que intentaron hacerme entrar en razón, yo no quería parar. Para que deje, un amigo de ese entonces se puso un arma en la boca y me dijo que si yo no dejaba de consumir, él se pegaba un tiro. Le respondí ‘bueno, pegate un tiro porque yo voy a seguir tomando’, estaba loco”, recuerda.
“También vendíamos droga, por lo que nunca nos faltaba, consumíamos dos o tres días seguidos, sin dormir, tomando alcohol. También robaba, salía armado a la calle con otros muchachos. Por estar en ese mundo no logré absolutamente nada en la vida. No terminé de estudiar, no aprendí ningún oficio, no formé una familia, nadie quería estar conmigo porque era una mala persona. Fueron 17 años viviendo de esa forma, gasté mucho dinero en drogas, no medía esfuerzos para comprar. Si conseguía trabajo, gastaba todo el sueldo en eso, y si no tenía plata, la conseguía como fuera para seguir consumiendo”, cuenta Ariel, que tuvo que pasar por una situación límite para reconocer que necesitaba ayuda. “Debía plata y el acreedor fue a mi casa y nos amenazó con un arma a mi mamá y a mí. Ahí vi el sufrimiento en la cara de mi madre, ella me invitó al Tratamiento para la Cura de los Vicios. Reconocí que no daba para más y empecé a participar del Tratamiento, así entendí que el cambio empezaba en mi interior. Me liberé de las adicciones, del odio que cargaba en mi interior, perdoné y busqué cambiar en todas las áreas de mi vida.
En cierto momento llegó la Hoguera Santa y sacrifiqué porque creí que eso iba a cambiar mi vida y así fue, el Altar nunca me falló. En cada Hoguera Santa pruebo mi fe y obtengo los resultados que busco.
Hoy tengo una vida realizada tanto interior como exteriormente, tengo un matrimonio feliz, dos negocios y también una casa”, finaliza este hombre que demuestra que los vicios tienen cura y que el Altar es la salida para cualquier dificultad.
Participe usted también de la reunión de la Cura de los Vicios y compruebe en su vida o en la de un ser querido que existe una salida para este mal. Lo esperamos este domingo a las 15 h en Av. Corrientes 4070, Almagro.
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