El odio es un tipo de cáncer, que va matando lentamente a su portador. La cura es gratis y simple: el perdón. Pero el enfermo cree, erróneamente, que es la venganza la que lo curará.
El perdón es simple. Note que yo no dije que es fácil. Es simple porque solo depende de una decisión de la persona. Decidir perdonar no es un acto complejo, porque mi inteligencia me dice que el perdón es mucho más lucrativo para mí que el alto costo del rencor.
Una vez hecha esta simple decisión, la dificultad de perdonar va reduciéndose a cada paso:
1. Extraer lecciones de lo ocurrido.
2. Dejar de pensar en lo que ocurrió.
3. Mirar hacia adelante.
4. Concentrarse en cosas y cambios positivos.
5. Ser agradecido a Dios por tratarnos con misericordia frente a nuestros propios errores.
Paso a paso, damos la vuelta al mundo. Y al rencor también.
Extraído Blog Obispo Renato Cardoso
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