“Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas.”
(Mateo 7:12)
Antes de pensar en lo que Fulano dejó de hacer por usted, piense en lo que usted ha dejado de hacer por los demás (por Fulano, inclusive). Aquí, nuevamente, tenemos la base de todo el cristianismo: si usted quiere recibir, primero tiene que dar. Ese es el resumen de la Palabra de Dios.
Si quiere ser respetado, primero debe respetar. Siendo respetado o no, su obligación es demostrar respeto siempre. Si quiere ser tratado bien, debe tratar bien. Si quiere que su esposa (o su marido) le sea fiel, usted debe serle fiel también. Si quiere que el gobierno no robe, usted debe pagar sus impuestos. Si quiere contar con Dios, debe ser alguien con quien Él pueda contar. Quien da, recibe.
Colocarse en el lugar de los demás y hacer por los otros (por Dios, inclusive) lo que le gustaría que hicieran por usted, debe ser una regla a ser aplicada no solo hoy, sino todos los días de su vida. No ofenda, pues a usted no le gustaría ser ofendido. No juzgue, pues a usted no le gustaría ser juzgado. No mienta, pues a usted no le gustaría que le mintieran. No odie, pues a usted no le gustaría ser odiado. No robe, pues a usted no le gustaría ser robado.
Note que aquí no hay un “sin embargo”. No se abren excepciones, diciendo que si una persona se lo merece, usted puede decir esto o aquello, o puede hacer eso o aquello. ¡No! Esto no habla respecto a la otra persona. Esto habla respecto a las actitudes que usted toma para mantener su fe en alza, mantener su comunicación con Dios y mantener su salvación. Es cuestión de inteligencia.
Haga por los demás lo que le gustaría que hicieran por usted.
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Fuente: Libro “El Pan nuestro para 365 días”, del obispo Edir Macedo