Malvina Acosta se había formado en lo que más amaba, sin embargo, no se sentía segura para desarrollar el proyecto que tanto quería: trabajar de manera independiente creando su propio Instituto de Danza. El tiempo pasaba y su situación económica no estaba bien. Era frustrante para ella saber que a pesar de ser profesora de danza no encontraba un incentivo para ejercer su profesión como ella quería.
“No luchaba porque no creía en mí, teniendo potencial para crecer, veía las dificultades y pensaba que no iba a poder superarlas”, comenta al recordar cómo se paralizaba ante los obstáculos.
Su situación comenzó a cambiar cuando decidió probar el poder de Dios, ella comenzó a participar de las reuniones y fue comprendiendo que podía proyectar y ejecutar esos planes. Perseveró en la Hoguera Santa con fe, de esta manera su visión se abrió y obtuvo la fuerza necesaria para creer en su potencial.
Aliada con Dios podía todo lo que se propusiera y lo demostró al establecer su escuela de danzas, al hacer realidad su sueño.
“En primer lugar aprendí a planificar. Ya teniendo objetivos, logré luchar por ellos y hoy tengo mi propia escuela de danzas con muchos alumnos; en el Instituto Superior de Danzas Malvina Acosta la matrícula no para de crecer. Las presentaciones y las performances se destacan por la calidad y el talento de nuestros alumnos.
Con esta nueva visión también me compré un auto 0 km y estoy llena de energía para seguir creciendo porque sé que con Dios se puede llegar lejos”.
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