“Dijo Saúl a David: No podrás tú ir contra aquel filisteo, para pelear con él; porque tú eres muchacho, y él un hombre de guerra desde su juventud. David respondió a Saúl: (…) Fuese león, fuese oso, tu siervo lo mataba; y este filisteo incircunciso será como uno de ellos, porque ha provocado al ejército del Dios viviente. Añadió David: el SEÑOR, que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, Él también me librará de la mano de este filisteo. Y dijo Saúl a David: Ve, y el SEÑOR esté contigo.”
(1 Samuel 17:33-34; 36-37)
Al alistarse para el desafío, David oyó un “NO” del propio rey: “No podrás tú ir contra aquel filisteo, para pelear con él; porque tú eres muchacho, y él un hombre de guerra desde su juventud” (1 Samuel 17:33). ¿Y si David se hubiera intimidado? Pero la afrenta contra el EJÉRCITO DEL DIOS VIVO generó en David una gran indignación. Tenía la certeza de que Dios estaba con él y de que, por eso, vencería.
David no tenía experiencia en la función. Era un niño, pastor de ovejas. ¿Cómo prevalecería en la guerra contra un soldado gigante, con años de experiencia? Goliat era un verdadero héroe de guerra. Al decir no, Saúl le mostró a David el tamaño del problema.
Sin embargo, David no se abatió. Su respuesta mostró la Fuente de su coraje: “El SEÑOR, que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, Él también me librará de la mano de este filisteo” (1 Samuel 17:37). Es decir, Dios es El que gana la batalla, su coraje le hará a usted solo el instrumento para la victoria. No se intimide. Siga hacia adelante, la victoria vendrá pronto del propio Dios. Su parte es creer, depender de Él y actuar, de acuerdo con la dirección que recibe de Su Espíritu. Esa dirección viene en forma de certeza. De plena convicción de lo que es lo correcto a hacer.
Use su fe y no se intimide.
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Fuente: Libro “El Pan nuestro para 365 días”, del obispo Edir Macedo