Tuvo cáncer, contrajo meningitis tres veces, tuvo una infección en la médula espinal, perdió la mitad de su pulgar izquierdo en un accidente industrial, fue afectado por una “superbacteria” hospitalaria en una de sus internaciones, sufrió un ataque cardíaco, fue abandonado por su esposa- que prefirió quedarse con el padrino del casamiento – y también durante un tiempo perdió los movimientos de las piernas. Y no termina allí. Fueron tantos los problemas que Oliver Pugh (foto al lado), de 26 años, de Buxton, en Estados Unidos, pasó que no se podría describir uno por uno. Él afirma: “Soy definitivamente el hombre con más mala suerte del mundo”.
Su vida podría haber sido marcada por la tristeza, el abandono y el miedo, después de tantas tragedias. Pero no. Incluso delante de los problemas, Oliver decidió no dejarse derrumbar, tampoco desistió de vivir y mostró que con perseverancia, fe, optimismo y fuerza ningún obstáculo es grande. “Soy feliz, pues no tenía ninguna perspectiva de vida y ahora tengo muchas. Pasar por todo eso solo me hizo más determinado.”
¿Cómo tener fuerza delante de los problemas?
El obispo Jadson Edington, autor de “50 Tonos para el Éxito”, explica en su libro exactamente sobre las personas fuertes, resaltando que Dios no trabaja con quien es débil: “Cuanto más lucha, más surgen días donde todo sale mal. Pero, cuando usted es fuerte, eso no lo desanima, usted piensa: “fue difícil hoy, pero mañana se solucionará”. Cuando la persona es fuerte, aguanta el golpe.”
Él señala que no existe una lucha que dure toda la vida, no hay dificultad que no se termine nunca. “Por eso, vale la pena desarrollar esta fuerza. Sí, porque la fuerza interior se puede ejercitar, como la fuerza física. No importa si usted no se siente fuerte. Lo que hace la diferencia es su decisión de ser más fuerte. La fuerza viene cuando usted ejercita su poder de decisión sobre el sentimiento. Usted no espera sentir ganas para actuar”, añade el obispo.
No basta con tener el deseo de vencer, es necesario ir detrás de lo que se desea. “Dios dijo también que debemos ser valientes. La valentía no es no sentir miedo. Es natural que el sentimiento venga delante de alguna situación difícil. La valentía se manifiesta en su reacción al miedo. Cuando ignora el miedo que siente y actúa, basado en la certeza, usted está siendo valiente”, explica el obispo.
Por eso, no baje la cabeza. Enfrente la dificultad y fortalezca su fe. Según el obispo, cuando la persona tiene fuerza y valentía, soporta lo que venga y sigue adelante. “La fuerza y la valentía son los ingredientes de una de las principales características de personas de éxito: la perseverancia”, finaliza.
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