Uno de los episodios más decisivos de la vida del Señor Jesús, además de la crucifixión, fue cuando Él pasó por el desierto para ser tentado por el diablo. Vale la pena destacar que eso sucedió después de que fue bautizado en las aguas por Juan el Bautista y recibió el bautismo con el Espíritu Santo. Es decir, antes de ser llevado al desierto, Dios Lo capacitó no solo para vencer al diablo, sino principalmente, a Su propia carne, porque, aunque Él es el Hijo de Dios, en aquella ocasión, también tenía naturaleza humana.
Sabiendo esto, Jesús permaneció en ayuno durante 40 días. La Biblia dice que Él no comió ni bebió durante todo el período que estuvo en el desierto. ¿Qué entendemos con eso? Que Jesús era consciente de la lucha que peleaba contra Su carne y contra el diablo y, para ganar esta guerra, Su espíritu tenía que ser fuerte.
Así como el diablo intentó de varias maneras desviar el enfoque de Jesús de agradar a Dios y cumplir Su misión aquí en la Tierra, lo mismo intenta hacer con aquellos que tienen ese propósito.
Las estrategias del diablo
En primer lugar se aprovechó de un momento de debilidad del Señor Jesús – el hecho de que tenga hambre y sed – para hacerlo caer en tentación. Luego, usando la propia Palabra de Dios, trató de convencerlo a que se tire del pináculo del Templo. Y, por último, intentó seducirlo ofreciéndole poder y autoridad sobre los reinos de este mundo.
Entonces, ¿qué hizo que Él resista al diablo? Su comunión con el Padre. Él, en todo momento, incluso en el desierto, andaba en el Espíritu, es decir, con el pensamiento ligado al pensamiento de Dios.
Esto confirma lo que está escrito:
“Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis.” (Gálatas 5:16-17)
Andar en el Espíritu es obedecer la voz de Dios, aun cuando su voluntad le siguiere contradecirla. Es actuar por la razón y no por el sentimiento. Es hacer lo correcto aun cuando el corazón, que es irracional y desesperadamente corrupto, intenta a toda costa imponer su voluntad y convencerlo a ceder a sus emociones y a sus sentimientos.
“Si usted actúa por el corazón nunca va a servir a Dios, nunca se va a someter a Él, nunca va a obedecerlo, nunca será disciplinado, usted será siempre rebelde”, advirtió el obispo Macedo, durante el mensaje transmitido, recientemente, por Red Aleluya. “Pero si usted sigue su capacidad de razonar y dice: “Voy a obedecer”, independientemente de lo que siente o deja de sentir, usted agradará a Dios y tomará posesión de lo imposible. Su fe va a funcionar, porque actuará de acuerdo con su intelecto, y no conforme a su corazón.”, garantiza.
De ahí viene la importancia de buscar el bautismo con el Espíritu Santo, porque nos da la capacidad de obedecer. “Así como Él guió a Jesús y Lo hizo vencer al diablo e ir hasta la muerte, también le dará condiciones de vencer no solo al diablo, sino sobre todo, a sí mismo, su voluntad, su yo, su egoísmo y sus sentimientos”, afirmó el obispo.
Haga lo opuesto de lo que siente su corazón
El obispo Macedo da la receta para vencer ese conflicto interior: “Aunque mi corazón quiera sujetarse al pecado, en mi mente digo no. No quiero saber lo que mi corazón está sintiendo, voy a obedecer, porque sé que cuando obedezco estoy actuando por la fe. Si Él dice “perdonad”, es porque yo tengo la capacidad de perdonar, entonces voy a perdonar. Esa es la diferencia entre la fe racional y la fe emocional”, resaltó.
Por eso, para fortalecer su espíritu y recibir el poder de lo Alto para vencer esa batalla espiritual, participe todos los miércoles a las 20h, en la Noche de la Salvación, en una Universal más cercana a su casa. Vea aquí las direcciones.
[related_posts limit=”17″]