Miles de mujeres aprendieron cuán importante es saber discernir: “En estos meses hemos recibido muchos consejos y palabras para recibir un espíritu excelente, que nos sirve para ganar almas, pero ¿por qué muchas mujeres no han logrado ganar a sus familiares y amigos para Dios? ¿Por qué toman decisiones incorrectas? ¿Por qué hacen de todo y sus vidas no cambian? Porque les ha faltado una cosa muy importante, fundamental, que se llama discernimiento.
Muchas personas sufren, por ejemplo, por comer mal. Yo, por ejemplo, a pesar de tener el Espíritu Santo, a la hora de comer elegía mal y, como uno cosecha lo que siembra, tuve malas consecuencias en mi salud.
A veces vemos mujeres que están en una relación en la que no tienen el mismo objetivo que su compañero, pero ellas se obstinan en seguir. Más adelante van a cosechar lo que sembraron.
Para tener un espíritu excelente, la mujer necesita también del discernimiento, y eso no lo da la edad. Usted puede ser joven y saber discernir, o ser grande y no saber hacerlo. El discernimiento uno lo tiene cuando piensa, y Dios nos da eso a todas, sin excepción.
A veces la mujer es obstinada, Dios habla con ella a través de varias personas para que corrija sus caminos pero ella no lo hace, no acepta esa dirección y, con el paso del tiempo, vienen los problemas. Hay situaciones en las que solamente Dios puede orientarnos, Él conoce nuestro futuro y busca un lugar para que podamos oírlo y obedecerle, ese lugar es la conciencia.
Muchas veces, esa conciencia está sucia y Dios no va a entrar a un lugar sucio. Cuando Él no puede hablar en nuestra conciencia, empezamos a cometer errores. El tiempo pasa, las oportunidades también, y el sufrimiento se acerca.
La conciencia se limpia cuando uno reconoce sus errores y le pide misericordia a Dios para no volver a cometerlos, y la sinceridad es fundamental para eso. Todas cometemos errores, lo que no es bueno es arreglarse con Dios y volver a cometerlos”.
A continuación, la señora Lucelaine invitó a quienes reconocieron tener su conciencia sucia a acercarse al Altar para ayudarlas en oración, para que pudieran salir de la reunión limpias, escuchando a Dios para no volver a equivocarse más.
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