“Andad en todo el camino que el SEÑOR vuestro Dios os ha mandado, para que viváis y os vaya bien, y tengáis largos días en la tierra que habéis de poseer.”
(Deuteronomio 5:33)
Si queremos vida, si queremos alcanzar las promesas, debemos andar en TODO el camino que nos manda el Señor. No es practicar algunas cosas e ignorar otras. Debemos andar en integridad, en la disciplina del Espíritu Santo, en el camino de la obediencia.
Más difícil que entrar en la Tierra Prometida, es decir, alcanzar el cumplimiento de las promesas de Dios, es prolongar los días en esta Tierra. Establecer lo que se conquistó. Para eso, es necesario mantenerse en la obediencia. “Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció” (Hebreos 11:8). Es por la fe que se obedece.
Sin fe, no hay obediencia, pues, ¿cómo obedecer sin creer? ¿Cómo obedecer sin la plena convicción del resultado de la obediencia? ¿O sin la plena certeza de la autoridad de Aquel a quien se debe obediencia? Por eso la necesidad de mantener la fe en constante actividad. Por eso la necesidad de luchar diariamente contra las dudas y eliminar las palabras negativas de su vocabulario. El ejercicio de la fe es la única garantía de permanencia en la voluntad de Dios.
Luche contras las dudas, es necesario tener una fe activa para obedecer a la Palabra de Dios.
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Fuente: Libro “El Pan nuestro para 365 días”, del obispo Edir Macedo