Como los abuelos, a los jóvenes también habrá que hablarles fuerte. Las autoridades de salud están instando a los adolescentes a bajar el volumen de sus reproductores de música, tras descubrirse que los problemas de audición entre los jóvenes aumentaron casi un tercio en 15 años.
La investigación, publicada en la Revista de la Asociación Médica de Estados Unidos, comparó mediciones nacionales desde comienzos de la década de 1990 hasta mediados de la década del 2000.
Cada medición incluyó sólo algunos miles de adolescentes de entre 12 y 19 años, pero fueron diseñadas para representar a todo el país.
En el primer estudio, cerca de un 15% de los adolescentes tenía cierto grado de pérdida auditiva. Unos 15 años después, ese daño había aumentado un tercio, o sea a casi un 20%, en uno de cada cinco adolescentes. “Es decir que son unos cuantos niños por sala de clases que tendrán problemas de audición”, dijo a Reuters Health el doctor Josef Shargorodsky del Brigham and Women’s Hospital en Boston.
No se dan cuenta
“Los adolescentes no prestan atención a cuanto ruido están expuestos. No se dan cuenta, pero incluso una leve pérdida de audición podría conducir a diferencias en el desarrollo del lenguaje y del aprendizaje”, agregó el médico especialista.
El estudio descubrió que la pérdida auditiva se concentra en un oído, pero el nivel de pérdida está empeorando. Si bien tal disminución de la audición generalmente es leve, uno de cada 20 adolescentes tiene problemas pronunciados, ya que el incremento de la pérdida es de un 50% desde la primera medición.
Sorpresa
Shargorodsky dijo que estaba sorprendido por los nuevos descubrimientos. Estimó que un mejor cuidado médico para las infecciones en los oídos -uno de los sospechosos usuales en el daño auditivo- debería en teoría haber reducido las cifras. Los investigadores no responsabilizaron a los aparatos personales de música por el problema creciente. Admiten que las razones del incremento no son claras ya que los adolescentes, al ser consultados sobre exposición al ruido -en el trabajo, por armas de fuego o en actividades recreativas, por ejemplo- no indicaron algún cambio.
Shargorodsky advirtió que los testimonios de los adolescentes podrían no ser necesariamente ciertos ya que pocas personas califican como ruido cuando escuchan música en su reproductor de MP3, por ejemplo. “Sabíamos desde antes que es difícil indagar en este grupo etario acerca de la exposición al ruido (…) ellos lo subestiman”, explicó.
“Algunos factores de riesgo, como exposición a sonidos fuertes al escuchar música, podrían ser de importancia particular para los adolescentes”, indica el reporte.
Alison Grimes, quién administra la clínica de audiología del Centro Médico Ronald Reagan-UCLA en Los Angeles, dijo que aunque no está claro que esos aparatos tengan la culpa, es una buena idea bajarles el volumen y hacer pausas frecuentes en su uso.