“Y Él le dijo: Hija, tu fe te ha salvado; ve en paz.” (Lucas 7:50)
Usted piensa que está sufriendo porque es un karma, una cruz, una prueba. Piensa que está siendo castigado. Existe una porción de tonterías, de mitos que nada tienen que ver con la fe y que neutralizan su creencia. Por eso, se ve inmovilizado en la situación desesperante que está viviendo. De esa manera, la fe no logra ser eficaz, pues usted se queda en la duda de si es realmente injusto ese sufrimiento.
¿Qué padre probaría o castigaría a su hijo con una enfermedad? Por peor que sea su hijo, ¿usted tendría el coraje de colocar en él un cáncer para que aprendiera algo? ¿Tendría el coraje de dejarlo pasando hambre, mendigando en la alcantarilla? ¿Tendría el coraje de hacer que él llegara al punto de querer matarse? ¡Mil veces no! Si nosotros, siendo humanos y pecadores, jamás haríamos algo así, ¿por qué pensar que Dios, perfecto, misericordioso y justo, haría ese tipo de cosa?
Las tribulaciones y las pruebas que la Palabra de Dios dijo que tendríamos, son los sufrimientos a causa del evangelio. Cuando usted es despreciado por servir a Jesús, cuando es perseguido aparentemente sin causa, las dificultades de la caminata. El resto es resto. Las situaciones desesperantes deben ser enfrentadas con la furia de la fe. La certeza de que no fue eso lo que Dios les destinó a Sus hijos.
Jesús nunca les dijo no a los que fueron hasta Él, pero correspondió de acuerdo con la fe que manifestaron. Es su fe lo que va a salvarlo. En la época de Jesús, las personas sabían lo que Él era capaz de hacer y sabían que curaba a todos. Por saber de lo que Él era capaz, ellas creían. ¿Usted no sabe de lo que Él es capaz?
Enfrente los problemas con su fe.
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Fuente: Libro “El Pan nuestro para 365 días”, del obispo Edir Macedo