“Bueno es el SEÑOR para con todos, y Sus misericordias sobre todas Sus obras.”
(Salmos 145:9)
El hecho es: el SEÑOR Dios es la fuente de todo el Bien. Su voluntad es bendecir a TODOS, tanto a los que creen como a los incrédulos. Como los incrédulos están impedidos de recibir por la fe, entonces Él quiere usar a los que creen para alcanzar a los que no creen.
Así, todos sabrán qué bueno es el SEÑOR para con todos, y Sus misericordias sobre todas Sus obras (Salmos 145:9).
Pero el Señor Dios odia la avaricia. Tanto que la iguala al pecado de la prostitución, del robo y del homicidio. “Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre.” (Marcos 7:21-23)
Oro, piedras preciosas y dinero no son malos, pero el apego, el deseo incontenible y el amor dedicado a ellos constituyen confianza, pasión e idolatría. Eso es altamente ofensivo para el Señor. A causa de eso, es la raíz de todos los males (lea 1 Timoteo 6:10). Prosperar no es el problema, al contrario, Dios promete prosperidad, sin embargo, “… si se aumentan las riquezas, no pongáis el corazón en ellas” (Salmos 62:10).
El Señor Jesús advirtió:
“Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee.” (Lucas 12:15)
No coloque su corazón en las cosas que conquista.
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Fuente: Libro “El Pan nuestro para 365 días”, del obispo Edir Macedo