Alejandro Gularte a los once años de edad comenzó a fumar, después comenzó a tomar bebidas alcohólicas. Su padre cayó preso y su familia se desmoronó. “Mis padres se separaron y yo salía a la calle a pedir para llevar la comida a mi casa porque mi madre trabajaba. Así tenía más libertad para estar en la calle y conocí personas que andaban robando. Me pareció bien lo que hacían, entonces empecé a estar con ellos. Me involucré con personas más grandes y empecé a tomar y a fumar marihuana, después consumí cocaína. Me volví adicto a la cocaína y a la vez tomaba pastillas para relajarme cuando estaba muy mal, muy acelerado.
Al principio parecía algo bueno, pero terminó haciéndome mucho mal porque el vicio pasó a dominarme. Recuerdo que tenía alucinaciones y delirios de persecución.
También estuve mucho tiempo preso, cuando salí me había convertido en un hombre más agresivo, tenía problemas con todo el mundo, andaba con armas y con cuchillas y estuve por matar a mi hija y a mi hijo porque pensaba que dentro de casa andaba otra persona. Yo estaba en una habitación con la puerta cerrada y sentía que había alguien allí, entonces cerraba la puerta y buscaba en el ropero y debajo de la cama. También miraba por la ventana hacia un árbol y pensaba que me estaban espiando desde allí, entonces salía con armas a pelear con quien estuviera afuera y a veces no había nadie.
Estuve muy mal, todas las noches me tenía que drogar. En esa época golpeaba a mi esposa y la acusaba de que estaba con otra persona, me venían muchos pensamientos perturbadores cuando estaba drogado.
Me daba vergüenza cuando mi esposa me miraba y veía en qué me había convertido. Ella siempre estuvo a mi lado, a pesar de todo siempre me acompañó. Cuando llegaba la noche hacía un esfuerzo por no drogarme, pero llegaba un momento en que escuchaba una voz que me decía que me diera un pase, que no pasaba nada, entonces volvía a consumir. Después de un pase, comenzaba a perseguirme de nuevo y me encerraba en mi casa. Mi esposa dormía con mi hijo y yo me quedaba en el comedor fumando atados de cigarrillos y mirando por la cerradura. Tomaba las pastillas para quedarme dormido, pero a veces me iba así a la calle, andaba perdido”, recuerda.
Su esposa le hablaba para que dejara de consumir, buscaron ayuda en diferentes lugares pero nada funcionaba.
Él conoció el Tratamiento para la Cura de los Vicios y fue libre de las adicciones en un mes. “Encontré la fuerza que necesitaba para dejar todo, fui libre de la adicción, ese día salí bien y no sufrí la abstinencia. Mi deseo de cambiar, de ser feliz, de estar bien con mi esposa y mi hijo era tan grande que la Cura de los Vicios me sirvió muchísimo. Estar una noche sin drogarme era lo que más quería y desde esa noche nunca más quise drogarme. Es más, comencé a salir adelante, abrí un negocio, compré mi casa, tengo un auto importado, tenemos lo que queremos gracias a que abandoné los vicios para siempre”, afirma sonriendo.
Participe usted también de la reunión de la Cura de los Vicios y compruebe en su vida o en la de un ser querido que existe una salida para este mal. Lo esperamos este domingo a las 15 h en Av. Corrientes 4070, Almagro.
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