Todo comenzó con una convocatoria por las redes sociales. Las entradas se vendían entre 30 y 50 pesos y se prometía una noche en la que valía todo para festejar la llegada de la primavera. Según un testigo los organizadores también sugerían llevar armas de fuego y armas blancas para “ver quien tenía más aguante” alentando un enfrentamiento entre barrios. Según se supo los organizadores alquilaron la quinta por $4000 la noche alegando que iban a asistir unas 150 personas. La entrada aseguraba barra libre y si llevaban una bebida la entrada era gratis. Dentro del lugar se podía comprar cocaína, marihuana y pasta base.
Los incidentes habrían comenzado con el enfrentamiento de bandas de distintos barrios. “Los de Trujuri arrancaron la pelea contra los de Catona” según un testigo, que hace referencia a las bandas. Todo empeoró cuando la banda llamada “Piraña” ingresó a la quinta atacando haciendo que los más de 500 asistentes corrieran por sus vidas.
Después de eso todo fue peor, continuaron las peleas, ataques violentos y robos. Alrededor de las 2.30 de la madrugada comenzaron los tiros, llegaron las ambulancias y aunque vino la Policía, siguieron las peleas, entonces recurrieron a las balas de goma. La gente estaba atrapada entre botellazos, tiros y trompadas. La Policía encontró picanas, armas blancas, armas de fuego y palos. Según los vecinos, una moto se detuvo y disparó a la multitud.
Resultado de la fiesta
La fiesta de la primavera, llamada “Proyecto XXX” dejó un muerto, 14 heridos y dos desaparecidos. Nicolás Rivero fue asesinado de un balazo en el tórax y los heridos fueron internados en el Hospital de Moreno, dos de ellos heridos con armas blancas. Los padres de los jóvenes desaparecidos siguen intentando dar con sus hijos que salieron para un festejo y no volvieron.
En el blog del obispo Macedo podemos encontrar un mensaje que se refiere a este tema:
“En una fiesta, las personas confraternizan, se acercan unas a otras, sonríen, pero hay personas que, aun estando en una fiesta, están tristes. Dicen que tiene que haber bebidas, pues sin ellas no es una fiesta. Hay fiestas que duran días, horas, pero acaban y quien aparentaba estar feliz llega a su casa y se deprime. No hay problema con las fiestas, pero, hay parejas que entran unidas y salen de allí peleadas. Muchas terminan en violencia y muerte. En realidad, las fiestas traen una sensación de bienestar momentánea. Cuando Jesús fue a una fiesta, dijo: ‘…si alguno tiene sed, venga a Mí y beba. El que cree en Mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en Él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado.’, (Juan 7:37-39).
El último día de la fiesta era considerado el día principal, pues era llamado el Gran Día. Jesús sabía que iba a terminar y que iban a volver a su casa igual que como habían llegado. Él les propuso darles Su espíritu, que es un estado de fiesta constante en el interior del ser humano. O sea, es la fiesta de la fe, que no tiene nada que ver con la carne, pues quien tiene el Espíritu Santo no necesita una fiesta, no necesita ingerir o inyectarse algo en el cuerpo para tener momentos de placer, pues la alegría está siempre en su interior.
Quien recibió la Presencia de Dios sabe que ese día fue el último día de dolor, y es considerado el gran día, pues el gran día no fue el casamiento, ni el día en que su hijo nació, ni el día de la compra de la casa, ni mucho menos el de la compra de un auto, sino que fue el día en que recibió el Espíritu Santo”.
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