Según los relatos bíblicos, sabemos hoy que todos los detalles del Tabernáculo y del Templo de Salomón no se resumían a normas técnicas o a aspectos decorativos solo para garantizar la belleza de los lugares. Todo, desde la apariencia hasta cómo se realizaba la manuntención, estaba lleno de significados para el pueblo de Dios.
Cada componente de la ropa que usaba el sumo sacerdote – desde el primero de ellos, Aarón – se confeccionó de acuerdo a las instrucciones que el propio Dios le trasmitió a Moisés, para que el profeta, por su parte, se lo comunicara a los mejores artesanos hebreos de la época, dotados de extrema habilidad. La vestimenta se componía de la siguiente manera:
El cinturón
En la cintura, el sumo sacerdote tenía un cinturón de lino y lana, como ejemplo del Efod, en azul, púrpura y carmesí con líneas de oro, hecho del mismo material y de los mismos colores que el velo que protegía el Santo de los Santos. El cinturón era la “finalización” del acto de vestir esa ropa, ajustándola al cuerpo y representando que aquel hombre que tenía tan importante cargo estaba preparado, listo para servir a Dios y representar a Su pueblo.
El Efod
El sumo sacerdote vestía una túnica blanca y, por encima de ella, el efod: una prenda de lino fino semejante a un gran delantal en los colores azul, púrpura, dorado y carmesí, que revestía el cuerpo en la parte frontal y trasera, con dos partes unidas en los hombros por piedras de ónix fijadas con cadenas de oro. En las dos gemas fueron grabados los 12 nombres de los hijos de Israel, seis en cada una. Como las tribus habían sido nombradas de acuerdo con los hijos de Jacob, cuyos descendientes las formaron, los nombres grabados en los hombros de ónix seguían el orden de sus nacimientos – los mayores en la joya derecha y lo más jóvenes en la izquierda. De esa forma, todas las veces que el sacerdote entraba en el Santo de los Santos, donde estaba el Arca de la Alianza y el propio Dios, representaba oficialmente a cada una de las tribus, presentándolas a Dios. Era en aquella parte del Templo que él hablaba directamente con el Creador.
El Pectoral
Una de las prendas más importantes de las vestiduras era el cuadrado frontal de tejido en el que fueron fijadas las 12 piedras preciosas ordenadas en cuatro filas de tres piedras cada una. En cada una de ellas fue grabado el nombre de una tribu de Israel. Las piedras eran sujetas a la tela con cadenas de oro puro, que simbolizaba el carácter inmutable de Dios, como todo lo demás que era hecho con el mismo metal en el Tabernáculo y en el Templo, ya que ese elemento mantiene sus propiedades a lo largo de las eras y no se deteriora fácilmente. La pieza estaba cerca del pecho del sumo sacerdote, una forma de llevar a las tribus cerca del corazón y simbolizar el amor de Dios por cada una de ellas.
El Manto
Debajo del efod era usado un manto azul. En su borde eran colgados adornos en el formato de granada. El manto era hecho de la misma manera que las cotas de malla usadas en antiguas armaduras de batalla (revestimiento interno hecho con pequeños eslabones bien cercanos, como una red de metal, para proteger al usuario de láminas y lanzas). Básicamente se trataba de un chal con un agujero para meter la cabeza, de modo que no se descosieran fácilmente con el uso. Las granadas simbolizaban la fertilidad y producción (abundantes semillas) y la palabra de Dios como alimento dulce y agradable. Esas frutas golpeaban las campanillas y hacían un sonido para avisar a los que estaban del lado de afuera -ya que el sumo sacerdote entraba al Santo de los Santos – que su representante ya estaba delante de Dios y la ofrenda delante de ellos había sido aceptada.
La Mitra y la Corona
En la cabeza del sumo sacerdote se usaba un turbante (o mitra) de lino fino. En frente de la mitra, sujetada por una tira azul, estaba una lámina de oro puro en la cual estaba grabada la inscripción “Santidad al Señor”, recordatorio permanente de la alianza Divina con el pueblo israelí, que debía buscar la santidad, la purificación espiritual para acercarse cada vez más a Dios – incluyendo la pureza de los sacrificios hechos a Él -, lo mismo aplicándose al sumo sacerdote en su llamado para servir. Era una especie de “sello” legitimador de que aquel hombre estaba calificado, aceptado por el Señor como mediador entre Él e Israel.
Los otros sacerdotes que ayudaban al sumo sacerdote usaban vestiduras más simples: una túnica blanca, bajo la cual vestían pantalones blancos de la cadera a la pierna. En la cabeza, una mitra más simple que la de su líder, como un quepis, y en la cintura una faja hecha del mismo material y de los mismos colores que el velo que protegía el Santo de los Santos. Esas prendas debían estar extremamente limpias, como símbolo de la pureza, sobretodo espiritual, de todo lo que se relacionaba a Dios.
Una réplica de esa ropa tan importante es usada por los sacerdotes en la visita guiada en el Jardín Bíblico del Templo de Salomón, para que el visitante esté más familiarizado con la época representada por el gran complejo de Brás, en San Pablo.
Debajo del altar en el Santuario, dentro del Templo, están permanentemente representadas las 12 piedras de las tribus que estaban en el pectoral del sumo sacerdote. Todo para que sepamos, hoy, como era servir a Dios en una época anterior a las religiones, en la que la alianza con Él era observada en todo lo que se hacía en el día a día – así como debe ser hoy. Todo para que notemos que la Biblia y lo que ella trasmite no se limita a letras impresas en un libro, sino que se refiere a una realizad tangible, verdadera, aquí y ahora, como hace millones de años.
Vea las nuevas instrucciones para participar en las reuniones del Templo de Salomón ingresando aquí.
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