“El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del Libro de la Vida, y confesaré su nombre delante de Mi Padre, y delante de Sus ángeles.”
(Apocalipsis 3:5)
En todas las cartas apocalípticas el Señor Jesús habla del vencedor. El vencedor es aquel que persevera hasta el fin. Si usted no fuera una persona constante, su fe no va a funcionar. Esta es una actitud que puede tomar al luchar contra los pensamientos negativos, contra las ganas de desistir y contra el desánimo, apegándose a la Palabra de Dios.
No espere magia de Dios. Tenemos el deber de orar siempre y nunca desanimar. No se deje abatir pensando que usted es débil y que el mal es fuerte. Usted no es débil, el diablo es quien es débil. Él es un derrotado. Sin embargo, si usted se desvanece, él se vuelve fuerte y usted, débil.
Todo depende de su reacción ante los problemas y las situaciones adversas. Si sabe que Dios está con usted y que por eso es vencedor, independientemente de las dificultades y de la apariencia del mal, inevitablemente vencerá.
Si vive por la fe, por la convicción, por la certeza, confesando solo lo que es positivo, creyendo en cada una de las promesas y actuando por el cumplimiento de estas, obedeciendo a Dios, usted estará inscripto en el Libro de la Vida, en el rol de los vencedores de quien Jesús habló. No hay ninguna duda de eso.
Usted no es débil, sin embargo su fuerza está en el uso que hace de su fe perseverante.
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Fuente: Libro “El Pan nuestro para 365 días”, del obispo Edir Macedo