Silvana Gómez estuvo a punto de suicidarse en tres oportunidades porque no encontraba una salida a sus problemas. Esa misma situación es la que viven millones de personas en todo el mundo, sin embargo, en el caso de Silvana, ella encontró respuestas en la Universal porque aprendió a usar su fe de manera práctica.
“Mi vida era un desastre, mi matrimonio cada día estaba peor por las infidelidades y las agresiones verbales y físicas, mi marido era adicto y golpeador. Recuerdo que estuvimos al borde de la separación varias veces, pero volvíamos a darnos una oportunidad porque en el fondo nos amábamos. A pesar de nuestros esfuerzos, la frialdad y los celos por parte de ambos nos estaban destruyendo. Mis hijos sufrían porque yo descargaba toda mi bronca en ellos”, destaca al recordar esos momentos.
El comportamiento de su esposo cada vez era más agresivo debido a los vicios de alcohol, cigarrillos y drogas. Encima su hija estaba enferma de neumonía y solo le funcionaba el 5% de los pulmones, debían trasplantarla, pero no contaban con las condiciones para llevar a cabo esa intervención quirúrgica. “La miseria era tanta que solo comíamos arroz blanco. Las deudas eran impagables y llegamos a vivir de prestado en un garaje, era humillante lo que pasábamos. En esos momentos a la nena le daba leche rebajada con agua porque no tenía nada más para darle”, recuerda conmovida.
Ella se acercó a la Universal gracias a su hermana, fue a pedir ayuda para su hija porque estaba en una situación desesperante, ella no se imaginaba que descubriendo el poder de la fe y del sacrificio su vida comenzaría a ser otra.
“Comencé a perseverar en las reuniones, me fui liberando de los problemas espirituales, poco a poco el matrimonio fue cambiando y mi hija fue curada sin necesidad de someterla a un trasplante.
Una transformación asombrosa sucedió cuando mi esposo abandonó definitivamente los vicios. Él pasó a ser un nuevo hombre y comenzó a luchar para tener una nueva visión en la economía porque se cansó de trabajar para los demás. Gracias a la perseverancia en las cadenas y en la Hoguera Santa del Templo de Salomón conquistamos una fábrica de tapas de empanadas, un auto 0 km y pudimos comprar nuestra casa. Nada fue de la noche a la mañana, tuvimos que creer, confiar y sacrificar.
Siempre tenemos la certeza de la victoria porque Dios nos responde todos nuestros pedidos”.
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