“Así ha dicho el SEÑOR, Redentor tuyo, el Santo de Israel: Yo soy el SEÑOR, Dios tuyo, que te enseña provechosamente, que te encamina por el camino que debes seguir. ¡Oh, si hubieras atendido a Mis mandamientos! Fuera entonces tu paz como un río, y tu justicia como las ondas del mar.”
(Isaías 48:17-18)
Después de los padres, los profesores son los que más conocen la experiencia de ver a alguien mal por no haber seguido sus enseñanzas. Están interesados en el desarrollo de sus alumnos, sin embargo muchas veces ven potenciales desperdiciados por no haberle prestado atención a sus orientaciones.
Son los que logran tener una idea de lo que Dios pasa en este mundo en el que pocos Lo oyen. El Espíritu de Dios nos enseña lo que es útil. Él nos guía por el camino en el que debemos andar. Es el Profesor de los profesores.
Prestarle atención a Sus enseñanzas no significa seguir una religión, sino pautar su vida, su comportamiento y sus pensamientos en la Palabra de Dios. Buscar el Espíritu de Dios para que el Profesor esté dentro de nosotros, enseñando, guiando y conduciéndonos de acuerdo con Sus pensamientos.
Se da la cabeza contra la pared quien no le presta atención a Sus enseñanzas y prefiere oír las enseñanzas inútiles de este mundo o los consejos de su propio corazón engañoso. Estos son los cabezudos, obstinados. Sin embargo, quien obedece Sus palabras tiene como resultado la paz, como un río; la justicia, como las ondas del mar.
Busque tener por dentro el Espíritu de Dios y préstele atención a Sus enseñanzas.
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Fuente: Libro “El Pan nuestro para 365 días”, del obispo Edir Macedo