El proyecto Rahab viene trabajando firme, en diversos países, en su trabajo de asistencia, ánimo y concientización de mujeres que cargan algún tipo de trauma y sufren cualquier tipo de violencia.
Recientemente, en Buenos Aires, capital de Argentina, las voluntarias del grupo recorrieron una de las principales calles de la ciudad, avenida Constitución, para llevar un mensaje de esperanza y motivación a las prostitutas y a otros frecuentadores del entorno.
Con el objetivo de presentar y divulgar el proyecto e invitar a las mujeres a la Cura Interior, las voluntarias prepararon 50 bolsas que contenían ejemplares personalizados de la Biblia – cada bolsa estaba adornada con una cinta roja, que es el símbolo del Rahab – y salieron a las calles.
“La mayoría de esas mujeres y hombres que encontramos vive en una prisión sin rejas, una esclavitud escondida. Más del 60% sufrió algún tipo de abuso en la infancia, y eso termina influenciando un proceso de autodestrucción. El hecho de llegar hasta ellos, mirarlos a los ojos y hablarles sin ningún tipo de prejuicio, muestra que realmente a alguien les importan, al contrario de lo que piensan, hay otro medio de subsistencia. Les muestra que se puede recomenzar a partir del momento en el que toman una decisión” dice Patricia Barboza, coordinadora del Rahab en América Latina.
Aunque esas mujeres sean despreciadas en las calles, sufran muchos prejuicios de la sociedad y sus vidas estén marcadas por abusos y traumas, esta actitud tan simple de las voluntarias, como llevar una palabra de cariño y de fe, les muestra el inmenso valor que tienen para Dios. Además les hablaron a los hombres que también están en la calle y son consumidores de drogas. Ellos recibieron ejemplares del libro “La Última Piedra”, del obispo Rogério Formigoni. Aproximadamente 60 personas fueron alcanzadas durante la acción.
“Me libré de una opresión que duró años”
La asesora comercial Sofía de Barengo, de 48 años, voluntaria del Rahab, cuenta los abusos que sufrió por parte de su marido antes de llegar al grupo. “Estábamos en el vicio, mi esposo y yo. Él me maltratada física y psicológicamente. No tenía autoestima y usaba la ropa ancha de él para intentar controlar los celos. Cuando llegué al proyecto, él dejó de agredirme físicamente, sin embargo, vendía lo que había en la casa y destruía lo poco que sobraba.”
Después de conocer al Rahab, Sofía aprendió a usar la fe inteligente y logró cambiar su vida. “A través de las reuniones y consejos entendí que tenía que tomar una decisión. Había algo dentro de mí que me respaldaba. Decidí denunciarlo. Fue una liberación. Me libré de una opresión que duró años. Solicité su internación y lo imposible sucedió: él reconoció que necesitaba ayuda. Nunca más sentí miedo. Aprendí a valorarme como mujer y como esposa. Hoy, mi marido es un hombre completamente diferente. Soy respetada y amada. Ahora puedo ayudar a otras mujeres como voluntaria del proyecto, porque sé que es posible superar el pasado y recomenzar una nueva historia.”
Las voluntarias del Rahab conversan con varias víctimas de violencia aconsejándolas emocionalmente. En los encuentros y acciones también hay asesoramiento jurídico, psicológico y espiritual, con el seguimiento de profesionales – abogadas, psicólogas y médicas, también voluntarias.
Si usted pasó, pasa o conoce alguna mujer que sufrió o sufre cualquier tipo de violencia, busque al Proyecto Rahab. Infórmese en la Universal más cercana a su casa.
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