Siempre queremos mejorar algo en nuestra apariencia. Pero, ¿cambiar la apariencia nos convierte en personas realizadas? Djulian Costa, de 22 años, atravesó mucho sufrimiento interno y eso la convirtió en una persona insatisfecha con todo a su alrededor. Ella se puso piercings, se tiñó el cabello y comenzó a consumir drogas. Sin embargo, nada de eso la libró de los problemas y de las dificultades. Al contrario, esos hábitos la perjudicaron aún más.
Desde pequeña, siempre presenció peleas entre sus padres y su hermana. “No aguantaba más ver a mi hermana golpeando a mi madre. Casi todos los días los vecinos o nosotros llamaban a la policía para que vinieran a separar las peleas en casa. Crecí viendo ese desorden y la miseria en mi casa. Desde esa época, tenía muchos pensamientos de suicidio. Quería terminar con mi vida para darle un fin a ese sufrimiento”, relata.
A los diez años, sufrió un intento de abuso por parte de su tío, pero no le contó a nadie y dejó que los sentimientos la lastimen, porque pensó que ese era el mejor camino. La joven comenzó a verse como una basura, no soportaba mirarse, tampoco los dolores que sentía. No pasó mucho tiempo para que Djulian acepte invitaciones de sus amigos para consumir drogas.
“Comencé a mutilarme. Me ponía piercings, me cortaba y no sentía dolor. Al contrario, sentía placer”, dice. Sin embargo, incluso consumiendo drogas, bebiendo y cortándose, ella no lograba amenizar el dolor ni olvidarse de los problemas. Además de los pensamientos de muerte, comenzó a oír voces y a ver cosas.
Djulian recuerda que sus padres sufrieron mucho con la vida que ella llevaba. “Un día fui a llevar a mi hermano a la escuela y solo aparecí tres días después. Siempre volvía y encontraba a mi madre llorando. Mi madre hizo hasta una denuncia de desaparición una vez, porque desaparecí varios días”, recuerda.
Al ver un testimonio en la televisión, su prima la invitó para que la acompañe a la Universal. “Llegué a la Universal llena de prejuicios. Era una reunión de Liberación y después de aquel día comencé a tener paz. Salí de allí con ganas de volver. Nadie me juzgó por mi apariencia, me recibieron muy bien”, dice.
Ella se sintió motivada para continuar frecuentando las reuniones, porque vio que había una salida. “Entendí que tenía que cambiar mi interior, para que mi familia fuese transformada”, cuenta.
Djulian perseveró en las cadenas de liberación y, con el pasar del tiempo, sus pensamientos y actitudes comenzaron a cambiar. Ella empezó a tener asco de las drogas y bebidas.
Hoy, toda la familia comparte la misma fe. En vez de peleas, hay paz. Ella y sus familiares no pasan más necesidades, porque todos tuvieron una transformación en el área económica. “Saber que un Dios tan grande vive en mí es un privilegio. Él me cuidó, aún sabiendo que yo me burlaba y bromeaba con Su nombre. Me entrego a Dios porque sé que Él se entregará a mí”, completa.
¿Está pasando por problemas espirituales? Sepa cómo liberarse de ellos participando todos los viernes a las 8, 10, 16 y 20h en la Reunión de Liberación en la Universal de Almagro, Av. Corrientes 4070, o ingrese www.universal.org.ar/direcciones y encuentre una iglesia más cercana a usted para participar.
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