“Por cuanto David había hecho lo recto ante los ojos del SEÑOR, y de ninguna cosa que le mandase se había apartado en todos los días de su vida, “salvo en el asunto Urías” heteo”. 1 Reyes 15:5
David era una referencia no solo de un gran guerrero, sino sobre todo, de alguien que poseía un corazón perfecto para con Dios.
La obediencia a la Palabra del Todopoderoso hace que tengamos ese corazón perfecto.
Dios siempre trató a David de “Mi siervo”. Aun así, el Altísimo nunca permitió que su pecado pasase desapercibido.
En lugar de ir a la guerra, David resolvió quedarse en Jerusalén.
Paseando en la terraza, vio a una mujer bañándose. Aun sabiendo que era casada, se acostó con ella.
De inmediato, puso a Urías, su marido, en el frente de una batalla, donde él mismo debería haber estado, y lo dejó solo para que fuese herido y muerto, y así sucedió.
Si David hubiese estado en la guerra como acostumbraba, todo eso no hubiera sucedido, y él no habría tenido esa marca.
Lo que nosotros aprendemos con “el asunto de Urías”, es que no podemos parar para descansar. Debemos mantenernos en la guerra 24 horas por día.
¡Motivos para eso no nos faltan!
Tenemos que poner nuestras “barbas en remojo”, o sea, tenemos que estar alertas, ser prudentes y nunca reposar espiritualmente.
Obispo Djalma