La séptima plaga que Dios envió sobre Egipto parecía haber conseguido su objetivo. La ciudad, las plantaciones y el ganado sufrieron las consecuencias, los destrozos parecían haber quebrantado la voluntad del Faraón, que había decidido liberar al pueblo. Pero cuando el granizo dejó de caer, cambió de opinión una vez más, impidiendo la libertad del pueblo de Dios.
Por ese motivo, Dios decidió enviar una nueva plaga, esta vez de langostas, un insecto muy destructivo y temido hasta en los días de hoy, porque puede arrasar con cultivos en minutos, provocando ruina, hambre y miseria.
“Entonces vinieron Moisés y Aarón a Faraón, y le dijeron: el Señor, el Dios de los hebreos ha dicho así: ¿Hasta cuándo no querrás humillarte delante de mí? Deja ir a mi pueblo, para que me sirva. Y si aún rehúsas dejarlo ir, he aquí que mañana yo traeré sobre tu territorio la langosta, la cual cubrirá la faz de la tierra, de modo que no pueda verse la tierra; y ella comerá lo que escapó, lo que os quedó del granizo; comerá asimismo todo árbol que os fructifica en el campo. Y llenará tus casas, y las casas de todos tus siervos, y las casas de todos los egipcios, cual nunca vieron tus padres ni tus abuelos, desde que ellos fueron sobre la tierra hasta hoy. Y se volvió y salió de delante de Faraón.
Entonces el Señor dijo a Moisés: Extiende tu mano sobre la tierra de Egipto para traer la langosta, a fin de que suba sobre el país de Egipto, y consuma todo lo que el granizo dejó…
Y extendió Moisés su vara sobre la tierra de Egipto, y el Señor trajo un viento oriental sobre el país todo aquel día y toda aquella noche; y al venir la mañana el viento oriental trajo la langosta. Y subió la langosta sobre toda la tierra de Egipto, y se asentó en todo el país de Egipto en tan gran cantidad como no la hubo antes ni la habrá después; y cubrió la faz de todo el país, y oscureció la tierra; y consumió toda la hierba de la tierra, y todo el fruto de los árboles que había dejado el granizo; no quedó cosa verde en árboles ni en hierba del campo, en toda la tierra de Egipto.”, (Éxodo 10:3-6, 12-15).
Fuente: Folha Universal
[related_posts limit=”17″]