Los alimentos transgénicos son aquellos que en su composición tienen una alteración de ADN, la cual permite crear mutaciones con ciertas características determinadas y preconcebidas.
A diferencia de los que son naturales, este tipo de alimentos sufre una alteración en un laboratorio, que posteriormente afecta a todo el producto y a la cosecha.
Fueron creados a partir de la biotecnología, para dotarlos de cualidades especiales que no poseen naturalmente.
En un principio, parecía ser una gran idea para favorecer al consumidor, solucionar el problema del hambre mundial, e incluso mejorar la agricultura. Pero, con el paso de los años, diferentes estudios determinaron que estos alimentos alterados presentan muchos peligros para la salud, afectan a las industrias agrícolas, y sus desventajas se han convertido incluso en un problema social, entre quienes imponen el uso de estos productos y quienes quieren conservar los alimentos naturales.
Grandes compañías agroindustriales utilizan esta tecnología para mejorar la producción y cosecha de los alimentos, es decir, para que el proceso sea mucho más rápido.
En vez de tardar meses en crecer, con este sistema, en poco tiempo tienen el alimento “listo para consumir” y para comercializar.
Pero, el cuerpo humano no fue diseñado por Dios para digerir alimentos genéticamente modificados, y esto genera una serie de problemas severos a nivel gástrico.
El otro gran problema de los alimentos que consumimos hoy en día, es que están llenos de agrotóxicos que alteran su contenido enzimático y biológico.
Las enzimas de los alimentos controlan todos los procesos metabólicos del organismo, por lo cual, al consumir alimentos genéticamente modificados y con pesticidas, hay una ingesta pobre de nutrientes que hará que las personas envejezcan prematuramente, y desarrollen nuevas enfermedades y problemas digestivos.
Estos productos se ven muy apetitosos y perfectos en su apariencia, sin embargo, lo que hay en su interior puede ocasionarle daños a la salud.
No son fruto de la semilla que Dios puso a disposición del hombre, no crecen naturalmente para alimentarlo y hacerle bien a su vida, el mismo hombre los modificó artificialmente.
Las personas pagan por comer algo que parece tener buena apariencia pero que, lentamente, las va perjudicando, algo que parece deliciosos a los ojos, pero que es nocivo en su interior.
Son alimentos creados para que el hombre se incline delante de ellos y los coma con gusto, sin darse cuenta de que están transformados nocivamente y contaminados.
La ambición humana transformando la naturaleza en perjuicio del propio ser humano. Una clara señal más del fin de los tiempos.
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