La luna de miel sería inolvidable. La pareja eligió Al Mamzar, una de las playas más bonitas de Dubái, en los Emiratos Árabes Unidos. Él, a los 30 años de edad, y ella, a los 24 creían que la relación duraría hasta el fin de sus vidas. Eso hasta que la novia fue a nadar.
El joven decidió divorciarse al ver a la esposa salir del agua después de zambullirse. Según sus propias palabras, él “no podía reconocer a su propia mujer”.
El tema es que, al volver a la arena, ella estaba sin los lentes de contacto, sin las pestañas postizas y sin el maquillaje cargado que había utilizado todas las veces en que los dos estaban juntos hasta entonces. El novio se sintió engañado por la “belleza artificial” y no aceptó seguir casado.
El psicólogo que atendió a la joven después de la separación, Abdul Aziz Asaf, no revela el nombre de la pareja, pero cuenta que ellos decidieron casarse después de una relación de 6 meses. Además de los procedimientos de belleza arriba citados, la mujer ya había pasado por cirugías plásticas, pero mantuvo la información en secreto hasta entonces.
“El novio inmediatamente quiso el divorcio y rechazó cualquier intento de reunirse con ella nuevamente”, afirma Asaf.
Belleza artificial
A pesar de que era joven, la novia ya había pasado por diversos procedimientos estéticos y utilizaba otras herramientas para sentirse más bonita. Eso no sería un problema si ella valorase más su relación que su aspecto físico. Si ella se hubiese mostrado realmente al joven que eligió como esposo, él, como mínimo, sabría sobre su pasado quirúrgico.
Como esta joven, muchas otras mujeres creen que la apariencia física es más importante que la belleza interior. Se dedican mucho para mostrarse cada vez más bonitas por fuera y se olvidan de los valores como la honestidad y la transparencia.
En su blog personal, la escritora Cristiane Cardoso, autora del libro “La Mujer V”, explica que el “encanto de la mujer no está en su look, en su cabello, o en su maquillaje, él está en su espíritu dócil y tranquilo, en su femineidad y delicadeza”.
Si el único factor a tener en cuenta fuese la belleza exterior, ningún matrimonio duraría más que algunos años. Al final, todos envejecen.
“Nuestra belleza está más allá de la apariencia, gracias a Dios. Eso quiere decir que podemos envejecer y, aún así, ser lindas”, concluye Cristiane.
Cuidados necesarios
El hecho de que la belleza interior sea esencial no significa que las personas deban renunciar a la apariencia externa. Cristiane explica que “el problema es que muchas personas asocian la belleza con la futilidad”. Pero eso no es verdad. Al contrario, de acuerdo con el conferencista Renato Cardoso, el autor del libro “Noviazgo Blindado” el exterior es la continuación de lo que está adentro.
Por lo tanto, es importante dedicarse también a cuidar la propia apariencia, principalmente después de que la persona se casa. “Cuando usted ama, quiere agradar al otro. Esa es la verdad. Y dentro de eso está cuidar la apariencia. Cuidar el peso, cuidar la salud, la higiene personal. Y hacer eso primero por usted y después, por respeto y consideración a su pareja”, explica Renato.
Sin embargo, además de la valorización personal, es necesario que la pareja sepa valorar al otro.
“¿Para qué me voy a cuidar si él no me presta atención?”
Durante uno de los programas “The Love School – La Escuela del Amor”, Susan Lopez contó que dejó de cuidarse cuando a su marido le dejó de importar eso. Como él no la amaba y no le prestaba atención, ella pensó que era innecesario cuidar su apariencia.
“Cuando comencé la relación ya era problemática. Él me desmotivaba, no me prestaba atención. Y me fui descuidando. ¿Para qué me iba a cuidar si él no me prestaba atención? No me arreglaba más las uñas, no me arreglaba más el cabello, no me esforzaba en vestirme bien. No me preocupaba en relacionarme con otras personas, con amistades. Yo me fui cerrando, fui viviendo en un mundo solo mío.”
La situación solo mejoró cuando el esposo de Susan, Claiton, percibió que su familia seguía un camino muy equivocado. Descubriendo su propio error, él cambió su comportamiento y, consecuentemente, Susan también cambió el suyo.
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