Una prueba tiene el objetivo de comprobar la capacidad del alumno para pasar al siguiente año o aprobar un curso. Es en la prueba que el educador logra identificar en qué materias el estudiante tiene dificultades, lo que ya domina y lo que aún no pudo absorber de las clases. Además, es a través de ellas que el propio alumno se conoce y se da cuenta si está listo para seguir adelante.
En la vida con Dios no es diferente. Para saber si estamos listos para servirlo o recibir ciertas bendiciones, tenemos que pasar por pruebas. No es que Dios necesite saber quiénes somos, porque Él sabe todas las cosas. Él puede ver claramente nuestro potencial y nuestra fe. Pero, al pasar las pruebas, nos conocemos a nosotros mismos y comenzamos a entender si podemos o no tener lo que tanto queremos. Logramos ver nuestra fuerza, fe y perseverancia. Pero también debilidades, miedos, inseguridades y lo que nos ha impedido ir más allá.
Dios no nos prueba más allá de nuestra capacidad
Por lo tanto, es necesario mantener la fe en alta, que andemos conectados con Dios, para que cuando ese momento llegue, lo enfrentemos con determinación y seamos aprobados. Es importante recordar que el Señor no utiliza enfermedades, miseria o problemas imposibles de resolver para probar a los fieles, sino situaciones pasajeras, obstáculos que podemos superar. Al fin de cuentas, Él es justo y no nos prueba más allá de nuestras capacidades, como dice Su Palabra: “No os ha sobrevenido ninguna prueba que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser probados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la prueba la salida, para que podáis soportarla.” (1 Corintios 10:13)
Si usted está pasando por esta situación, le está resultando difícil vencer y necesita ayuda, participe de una reunión en la Universal. Encuentre la dirección más cercana a su domicilio ingresando aquí.
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