“Los perversos reciben muchos sufrimientos. En cambio, quien confía en el SEÑOR está protegido por el fiel amor de Dios.”
(Salmos 32:10)
Si usted está sufriendo y piensa que eso es de la voluntad de Dios, tengo una noticia para usted: quien recibe sufrimientos es el perverso. Recibe sufrimientos, pues no confía en Dios. Pierde su tiempo dándose cabezazos en la pared, pues no quiere recurrir al Señor. Sin embargo, quien confía en Dios no tiene que recibir sufrimientos; al contrario, tiene acceso al fiel amor.
Solo recibe sufrimientos quien no conoce a Dios; solo recibe sufrimientos quien no confía en Él. Quien confía hace uso de su fe y conquista el fiel amor y el libramiento. Sin embargo, esta conquista no es pasiva. Para alcanzar cualquier cosa de Dios, es necesaria la manifestación de la fe. Es absolutamente necesario que la confianza sea sin restricciones.
Si usted dice que tiene fe, pero manifiesta duda, miedo o inseguridad, su fe es inoperante. La fe no tiene nada que ver con recibir sufrimientos o alimentar el miedo. La fe es aguerrida, es audaz, es impetuosa. La confianza llena al valiente de certeza, de fuerza y de poder para alcanzar lo sobrenatural. Este es el día a día de aquel que forma parte del ejército del Señor de los Ejércitos. La preparación, la guerra, la victoria. El valiente que toma posesión del Reino de los Cielos por la violencia de la fe aguerrida. Esta es la parte de quien confía en el Señor.
Quien confía en Dios no tiene que recibir sufrimientos.
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Fuente: Libro “El Pan nuestro para 365 días”, del obispo Edir Macedo