En el diccionario, la palabra desierto significa lugar estéril, deshabitado, solitario. Para atravesarlo, es necesario enfrentar el clima seco, la falta de vegetación, el hambre, la falta de agua, la distancia de los pueblos y los peligros. Es decir, la vida no es fácil allí y, para cruzarlo, se requiere mucho sacrificio.
Debido a esta definición, el desierto es comparado con las grandes dificultades que surgen en cualquier área de la vida: cuando los exámenes médicos eliminan la posibilidad de cura, ante la pérdida de un ser querido, al vivir una separación difícil, entre otras situaciones avasallantes.
Nadie escapa del desierto. Algún día, durante algún tiempo y de alguna manera, todos pasamos por él. Durante una reunión en el Templo de Salomón, el Obispo Roberto Mauzer dijo que los cristianos deben estar preparados para atravesar los “desiertos” de la vida, incluso aquellos que ya han pasado por él alguna vez. “Si usted nunca pasó por un desierto, pasará. Y si ya ha pasado, permanezca preparado, porque pasará de nuevo”, afirmó.
Lo que sucede es que muchos cristianos piensan que por ser fieles a Dios, están libres de estos “desiertos”. Otros tienen la idea de que están protegidos cuando lleguen las horas de agonía, las luchas y las persecuciones por tener una creencia, frecuentar una iglesia, o dedicarse a la obra de Dios. Pero, ¿cuál será la reacción que tendrán delante de las situaciones difíciles?
El obispo destacó que el comportamiento que los cristianos tienen esos momentos revela el nivel de su comunión con Dios. “Una de las situaciones en las que las personas más se desesperan y muestran lo que son, es cuando pierden a un ser querido. Por ejemplo, cuando una madre ve morir a su hijo. Ella no lo entiende y no logra controlarse. ¿Y si eso le sucede a usted? ¿Será fácil? No. ¿Va a sonreír? ¡Claro que no! Usted sentirá la pérdida, pero, si estuviere en la presencia de Dios, estará en paz “, enfatizó.
Lugar de aprobación
Cada vez que Dios quiere entregar algo en las manos de un hijo, principalmente bendiciones espirituales, lo conduce al desierto para poner a prueba sus límites, probarlo y capacitarlo.
En esa situación, la persona se encuentra sola, sin la ayuda de nadie. Por eso, necesitará depender íntegramente de Dios para poder salir del desierto y, así, ser aprobada. Mientras ella gime, clama, ora y Lo busca para resolver el problema, su fe es ejercitada. “Nuestra fe se perfecciona en el desierto. Si usted no ejercita su fe, ella desaparecerá. Porque usted no se muestra fuerte cuando las cosas están yendo bien”, señaló el obispo Mauzer.
Aliada al ejercicio de la fe está la confianza. Cuando Dios lleva a una persona al desierto, Él ya tiene una promesa para ella. Pero esa confianza en Él durante la caminata lo que determinará cuándo y cómo recibirá esa promesa.
Vea el ejemplo de los hebreos cuando salieron de la esclavitud en Egipto: Dios ya les había prometido que los pondría en una tierra que manaba leche y miel, en Canaán. Pero, ellos comenzaron a quejarse y a dudar de Su poder. Esa desconfianza dio lugar a la permanencia en el desierto durante 40 años y en la condenación de que la mayoría ya no entraría a la Tierra Prometida. Si se hubieran mantenido fieles hasta el fin de la caminata, habrían permanecido menos tiempo en el desierto y hubieran sido testigos del cumplimiento de la promesa.
Además de la confianza, se debe estar alerta, porque es en el desierto que surgen las tentaciones. Durante los momentos difíciles, es más fácil que la persona se sienta cansada, débil y vulnerable a los ataques del diablo. “En el desierto hay tres personas: Dios, usted y el diablo. Por lo tanto, usted tiene que estar preparado para lo que el diablo va a proponerle. Si usted murmura, él tratará de hacer que usted se debilite. Entienda que él no quiere sacarle las cosas que usted tiene, sino debilitarlo para pedirle su alma”, reveló el obispo.
En ese momento, lo más importante es estar sensible a la voz de Dios, como lo hizo Jesús cuando fue llevado al desierto por el Espíritu de Dios. El diablo esperó el momento en el que Jesús estaba más hambriento para presentarle sus “atajos”. Pero Jesús sabía que el objetivo de estar allí no era saciar Su hambre, sino que estaba preparándose para la cruz. Como él sabía qué camino debía seguir, se mantuvo determinado a hacer la voluntad del Padre y no le dio oídos al diablo.
Por lo tanto, independientemente de que usted haya pasado o no por un desierto, mantenga su comunión con Dios. “Piense en cómo ha reaccionado ante las malas circunstancias. Lea la Biblia, ayune, vuelva sus pensamientos siempre a Dios y haga más para Él, en la obra y en sus actitudes”, señaló el obispo.
Y si usted está en un desierto que parece no tener fin, no mire las circunstancias. “El salmista David dijo: ‘Por la noche durará el lloro y a la mañana vendrá la alegría.’ (Salmos 30: 5). Entonces, permanezca firme en la fe, porque cada tribulación es momentánea”, concluyó el obispo Mauzer.
Aprenda más sobre este y otros asuntos espirituales en la Noche de la Salvación, que se realiza todos los miércoles a las 20 h en la Universal de Almagro, Av. Corrientes 4070, o ingrese aquí para consultar la dirección de la iglesia más cercana a su domicilio.
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