“Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe.”
(1 Juan 5:4)
Para vencer al mundo, no es necesario tener dinero, posición social o algún nivel de escolaridad. Para vencer al desierto que es este mundo solo hay una manera: nacer de Dios, vivir por la fe. El nacido de Dios vence al mundo, pues murió para el mundo. Murió para el mundo, pues hoy vive para Dios.
Si usted murió para el mundo y nació de Dios, no se deje abatir por el miedo o por la voz alta de los problemas. Deje que los problemas griten, mire solo al Autor y Consumador de su fe. Él garantizó que venceríamos al mundo, entonces no crea cuando el mundo le diga que usted perdió. No crea cuando oiga una palabra de derrota o de desánimo. Su fe vence al mundo. Por esta razón, el mundo hará de todo para minar su fe. Sepa identificar esos ataques y reaccione fortaleciendo su fe.
Aprenda a hacer limonada de los limones que surjan en su camino. Usted no hará limonadas si reclama de los limones, si se concentra en el hecho de que son ácidos y de que, en realidad, lo que usted necesitaba era una naranja. Dios permite los limones de las injusticias, de las persecuciones y de las tribulaciones para que aprendamos a hacer limonadas y podamos sacar provecho de esas experiencias en el futuro.
Cuando andamos de acuerdo con la Palabra de Dios incluso en circunstancias adversas, Le probamos a Dios que creemos en Él. No cedemos ante las facilidades de este mundo, ni desistimos de nuestra fe. Entonces, Dios Se coloca en la obligación de librarnos de los leones. Este es el camino para vencer.
No importa la situación que usted está enfrentando. Si nació de Dios, su fe vence al mundo.
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Fuente: Libro “El Pan nuestro para 365 días”, del obispo Edir Macedo