Plazos, desafíos profesionales, estudios, obligaciones…Todo eso hace muy bien y contribuye a una vida activa, productiva y próspera. Pero la exageración cobra un alto precio: el estrés mental que, sin prevención y cuidado, llega incluso a abrir las puertas a enfermedades físicas y psicológicas que pueden llevar a un fin trágico. ¿Piensa que es una exageración? Lamentablemente no lo es.
Lo peor es que el agotamiento no se percibe hasta que está en plena acción contra la mente y el cuerpo. ¿Nunca vio a alguien “sin reacción” en el ómnibus o casi cayéndose sobre el teclado de la computadora en el trabajo? O usted mismo es esa persona siempre cansada.
Muchos se esfuerzan más en el trabajo y en los estudios con muy buenas intenciones, pero, tan importante como ser excelente profesional y alumno, es saber algo que muchas personas todavía no aprendieron bien: descansar. Sin descanso, después de mucho esfuerzo, el cerebro literalmente se fatiga, va perdiendo energía y surgen los síntomas como insomnio, dificultad de concentración, irritabilidad por cosas simples, falta de atención, desánimo (incluso para actividades de ocio), razonamiento lento, falta de memoria e incluso depresión. Sin hablar de los efectos físicos: problemas gastrointestinales (tales como gastritis, úlceras o estreñimiento), dolores de cabeza o musculares, debilidad y otros.
Sin un descanso adecuado, el trabajo puede hasta parecer que va más o menos, pero los otros aspectos de la vida pagan el precio: la relación sentimental, la convivencia con los hijos, la atención a los amigos, el cuidado del cuerpo, el ocio, la estructura espiritual… Y otra: dependiendo de dónde vive o trabaja la persona, hay algo que estresa más que el trabajo en sí: el camino. Ese tránsito caótico y opresor, que para muchos, es el peor momento del día.
Ante la dificultad de descanso, la mayoría toma la medida más común: casi se mata trabajando y estudiando durante todo el año y trata de recuperar la disposición física y mental en un mes de vacaciones (quien se toma un mes completo), con un gran viaje, por ejemplo, algo a lo que no todos tienen acceso (o todavía no). Es decir, cuando la mente y el cuerpo están casi quemándose y esparciendo humo, se detiene todo de repente. No tiene nada de malo tomarse vacaciones, son imprescindibles – quien ya trabajó años de corrido lo sabe. Pero lo ideal, aparte de ellas, es saber relajar la mente y el cuerpo todos los días un poco, haciendo pausas providenciales para desconectarse de todo lo que le causa estrés.
No siempre lo que funciona para uno es eficiente para otro. Por eso mismo, no hay fórmulas listas y cada uno debe analizar sus gustos, su vida y sus posibilidades. Los consejos a continuación ayudan a entender mejor, de acuerdo con las condiciones de cada lector, cómo pueden ser esas preciosas pausas que, bien realizadas, pueden hasta no eliminar completamente el cansancio mental, pero van a disminuirlo mucho y contribuirán para lo que todos merecen: calidad de vida.
Elija bien – No siempre lo que relaja a determinada persona le sirve a la otra. Seleccione actividades que a usted realmente le gusten, según sus condiciones inmediatas. Para unos es correr en un parque. Para otros, ver una película en el cine. Están también quienes dibujan o pintan cuadros. Explore nuevas opciones.
Descanse – Llegó a casa después de un día agotador (o no tanto, no importa), haga algo: nada. Eso mismo, no es broma. Bastan algunos minutos sentado en su sillón preferido en la terraza o en el patio. Solo siéntese o recuéstese y deje que su mente se recupere y también su cuerpo. Es un buen comienzo para separar su mente de las preocupaciones e iniciar la relajación de verdad.
Pasee- Todo el mundo se imagina caminando por una bella playa o una caminata deslumbrante en la montaña, pero no se da el simple placer de descubrir su propio barrio (si el suyo lo permite) en una caminata sin compromiso. O hasta unas vueltas en bicicleta, si eso es posible donde vive. O cuando saca a pasear al perro, aproveche ese momento. Así, usted le da atención al animalito, al barrio (¿de qué sirve vivir en un lugar y solo “esconderse” en la casa?) y a usted. Parece poco, pero hace la diferencia.
Ejercítese – No importa si usted hace el pesado crossfit o solo realiza caminatas, nada o corre. En el momento de la actividad física, concéntrese en ella. Eso no solo aumenta el rendimiento del ejercicio sino que también saca el pensamiento de otros temas que no necesitan (y ni deben) ser procesados en aquel momento. Ejercitarse lleno de pensamientos problemáticos solo lo cansará más en vano.
Lea – Responda sinceramente: ¿cuál fue la última vez que usted leyó un libro por su propia cuenta, sin tener que ser exigido por el trabajo o el estudio? Sí, todavía existen los que no entienden que la lectura también es ocio y placer – que ya comienza en la elección del título en la librería, en un sitio, en una biblioteca, en el periódico…
Esté off-line- Ese es el consejo más difícil para los eternamente conectados. Pero piense bien: ¿de qué sirve haber estado todo el día en frente de la pantalla en el trabajo o en la facultad y después llegar a casa y mirar otra computadora o no despegarse del celular hasta en el baño? Estar siempre “on-line” hace que la mente esté totalmente acelerada y mucho cansancio viene por eso. Estar lejos de las pantallas por algunos momentos no mata, ¿sabía?
Ore – ¿Sorprendido? ¡Si una buena conversación con alguien puede relajarlo, imagínese con Dios! No es ningún secreto que muchos tomaron decisiones importantes en sus vidas después de las oraciones hechas de forma correcta: con el foco en el Creador y no en las criaturas (nosotros mismos). Una simple conversación franca con Él aclara el entendimiento y mantiene un eslabón imprescindible para la existencia.
Dele atención a su rincón – Cosas simples hechas en casa pueden ser más relajantes de lo que se piensa. Está a quien le gusta cocinar, investigar condimentos, buscar ingredientes. Otros cuidan sus plantas, con resultados muy lindos. Hasta arreglar aquel armario medio olvidado puede aclarar las cosas. Son actividades que necesitan creatividad y, aun manteniendo la mente activa, relajan.
Duerma bien – Si usted duerme mal, fíjese qué es lo que lo distrae. Pueden ser cosas como llevar el celular o la computadora a la cama, la televisión prendida en el cuarto, ropa incómoda, un mal colchón, mala posición, comer antes de acostarse, demasiada cafeína. La relajación comienza mucho antes de que los ojos se cierren.
Disciplínese – Quien planea el día también reserva sus momentos de ocio y descanso. Es una cuestión de enfoque para las cosas correctas en los momentos correctos para ellas – incluso, nunca se olvide, para la familia. Con el tiempo, todo eso se convierte en un excelente hábito.
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