La Biblia está repleta de promesas que son verdaderas profecías para los que creen. Ellas solo no se cumplirán en la vida de los que duden o se desanimen en medio del camino.
Fue lo que sucedió con el pueblo de Israel. Ellos recibieron de Dios la promesa de la Tierra Prometida, pero, solamente los que creyeron en ella hasta el fin, sin dudar, son los que tomaron posesión de ella. Los demás murieron en el desierto, porque dejaron de creer en la promesa y comenzaron a mirar las dificultades.
Por eso el apóstol Pablo advierte:
“… no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven, pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.” 2 Corintios 4.18
El obispo João Leite explica que Dios trabaja con los oídos, mientras que el diablo, que es enemigo de la fe, trabaja con los ojos. “Cuando la persona toma posesión de la Palabra de Dios – la palabra profética -, ella se vuelve inmortal. Mientras que esa palabra no se cumple en su vida, ella no muere. Dios no lo permite. Si usted ha confiado en la promesa de Dios, independientemente de los que sus ojos están viendo, usted no va a cerrar los ojos mientras que esa promesa no se cumpla”, destaca él.
Pero el problema de muchas personas es que ellas se olvidan de la Palabra que escucharon tan pronto como se deparan con la realidad que el mal pone delante de sus ojos, y entonces, se desaniman, impidiendo así que la promesa de Dios se realice.
Marta es un ejemplo de eso. Lázaro ya estaba muerto hacía 3 días cuando el Señor Jesús llegó a su casa, pero, aun así, ella creyó que él podría revertir esa situación:
“Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. Pero también sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará.” (Juan 11:21-22)
Delante de esa manifestación de fe de Marta, Jesús respondió: “… Tu hermano resucitará.” (Juan 11:23)
Jesús dijo una palabra profética y ella entonces tomó posesión de esa profecía. Pero, al llegar al lugar donde lázaro estaba sepultado, cuando Jesús mandó que quitaran la piedra, la reacción de Marta fue de incredulidad:
“Dijo Jesús: Quitad la piedra. Marta, la hermana del que había muerto, le dijo: Señor, hiede ya, porque lleva cuatro días.” (Juan 11:39)
Ella dejó de mirar a la profecía que Jesús había determinado para prestarle atención a lo que sus ojos estaban viendo. Esa fe que estaba allí arriba, cuando se deparó con la realidad que sus ojos vieron, se vino abajo.
“Dios trabaja con la fe”
“A veces lo que está delante de sus ojos es lo que está impidiendo que esa promesa que usted oyó se cumpla. Por eso no podemos prestarle atención a lo que vemos. Dios trabaja con la fe. Cuando usted cree de hecho y de verdad en ese Dios, aunque el diablo esté mostrándole algo a sus ojos, dentro de su corazón usted tiene certeza de que Dios está trabajando”, destaca el obispo.
Dios busca a personas que no le presten atención a lo que ven. No importa cuál sea la situación, ella debe creer en la promesa y tener la certeza de que va a vencer. “Esa es la fe que cambia la vida de las personas”, añade el obispo João Leite.
Tal vez usted ya haya estado a un paso del cumplimiento de la profecía, pero, por haberse dejado llevar por lo que sus ojos estaban viendo, se olvidó de la promesa y, por eso, Dios no pudo cumplirla en su vida.
Por lo tanto, no considere lo que el diablo ha puesto delante de sus ojos, solo permanezca creyendo en la promesa de Dios para usted y, ciertamente, ella se cumplirá.
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