Katie Hogg adelgazó tanto que los médicos le prohibieron que se bañara. Según ellos, en el caso de que la joven lo hiciera podría sufrir un paro cardíaco debido al shock térmico.
Los trastornos alimenticios de la inglesa comenzaron cuando ella notó que la vida de una modelo que admiraba parecía perfecta, mientras la de ella era atribulada y estresante. Inmediatamente Katie atribuyó el bienestar de la modelo a su apariencia, y allí comenzó su obsesión por el “cuerpo perfecto”.
“Mi vida era estaba muy llena de estrés y preocupaciones. Personas como ella (la modelo) parecían no sufrir de eso”, cuanta Katie. “Yo ingresaba a su Instagram y a sus redes sociales, soñando en tener piernas delgadas y un cuerpo maravilloso como el de ella. Ella siempre tenía el control de todo Yo quería más que todo, ser de esa manera.”
Para alcanzar su objetivo, Katie disminuía cada vez más la cantidad de alimentos ingeridos. Pedía comer en su habitación, donde, escondida de su madre, se deshacía de la comida. En 3 años viviendo de esa manera, llegó a pesar 46 kilos, 12 menos de lo que es su peso saludable.
Un día, Katie llevaba ropa a lavar cuando tropezó con un jarrón de porcelana. Ella pensó que solo había sufrido un rasguño, pero, como sangraba mucho, se dirigió a la sala de emergencias.
“En el hospital los médicos me dijeron que no tenía grasa corporal para protegerme, entonces, el corte había alcanzado el músculo. El pequeño rasguño dejaría una cicatriz permanente. Mi madre me imploró para que yo dejara que los médicos me ayudaran y concordé”, recuerda la joven.
Fue cuando Katie se internó en una clínica de recuperación especializada en desórdenes alimenticios. En una semana ella volvió a bañarse bajo la ducha. Hoy, a los 22 años (en la foto al lado), la joven está saludable y estudia para ser personal trainer, con el objetivo de ayudar a otras personas que sufren los mismos trastornos que ella sufrió.
Ilusión
Como Katie, muchos jóvenes – tanto hombres como mujeres – creen que la belleza física es capaz de resolver los problemas de la vida. Al ver a las celebridades estampadas en las tapas de las revistas, dando entrevistas en la televisión y publicando fotos en las redes sociales, juzgan que esas personas son felices y que, en gran parte, esa felicidad se debe al hecho de ser “más bellas”.
Para conquistar la misma felicidad, invierten en la búsqueda de esa belleza.
“Lamentablemente, en nombre de la belleza a cualquier costo, hemos visto a muchas mujeres ignorar el peligro, el sentido común y las recomendaciones al arriesgar sus vidas, además de contraer deudas enormes”, destaca la escritora Núbia Siqueira. “Que le guste estar bonita no tienen nada de malo, a mí también me gusta. Mantener el cuerpo saludable, con ejercicios y una buena alimentación, es loable. Mantener las uñas y el pelo arreglado transmiten una excelente impresión. Ir al médico y cuidar la salud también es excelente. Pero no creo que valga la pena hacer sacrificios crueles, en los que se pone en riesgo hasta la vida por la belleza, que es algo tan pasajero.” Lo mismo es válido para los hombres.
La escritora destaca que la imagen transmitida por las celebridades no es real. Esa “felicidad fabricada” involucra tratamientos estéticos carísimos – pagados por patrocinadores -, horas de maquillaje e incluso fingimiento. Después de todo, ninguna empresa pagaría un modelo publicitario para que deje transparentar su tristeza al público, vinculando la marca a la infelicidad. Por eso, es importante tener mucho cuidado y aprender a valorarse, sin reflejarse en otras personas.
“Decida invertir en lo que realmente promueve cambios verdaderos y duraderos en su vida”, concluye Núbia.
Lea la opinión completa de la escritora en el blog de Cristiane Cardoso, ingresando aquí.
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